Suave es la noche

Suave es la noche. Francis Scott Fitzgerald. Trad. Rafael Ruiz de la Cuesta. Barcelona: Alfaguara, 200

Equilibrios

Hay un momento en el tramo final de esta suave y alargada novela de F. S. Fitzgerald en el que un personaje masculino, no desvelaré cual, alardea de su capacidad para hacer el pino e impresionar con ello a las mujeres de su entorno; con ello también se impresiona a sí mismo y valora, llegado a ese punto, de qué le ha servido esa facultad, ese «don» durante sus años de juventud ahora que toca la madurez con los dedos de las manos.

Suave es la noche, triste y cierta como ciertos son sus desgraciados personajes inspirados en las vidas de Francis Scott y Zelda y varias parejas de amigos con los que disfrutaban de la Costa Azul cuando tocaba, trata de lo que merece la pena y lo que no, de aquello que suma y aporta algo en la existencia y aquello que, aunque en un momento dado haya brillado con fulgor joven y envidiable, en realidad, pasado el tiempo se desdibuja y desaparece.

Narrada desde una tercera persona impasible que desgrana a su ritmo los entresijos de lo que realmente sucede en la vida del matrimonio compuesto por Dick Diver y su esposa Nicole Warren, Suave es la noche describe el antes, el después y el durante de ese amor tan loco, intenso y cruel como cualquier otro en una época empapada por el exceso y el miedo.

El matrimonio se precipita en una pendiente hacia el vacío. En la cúspide de esa montaña quedan los recuerdos de una popularidad y un éxito social de los que marcan los apellidos y en el límite de la ladera, abajo del todo, la más absoluta de las desdichas. Son dos, pero Dick Diver es quien vuelve la vista y sopesa en la balanza de las prioridades, quien hace balancear su eje y comprende qué es lo que ha pasado, cuáles han sido los errores y de qué no merece la pena arrepentirse jamás.

3 comentarios sobre “Suave es la noche

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  1. Es uno de mis libros preferidos de siempre, de esos de top ten asegurado. No para cualquier momento, porque me parece de una lucidez hiriente. Prefiero «Suave…» antes que «El gran Gatsby», que también me gusta mucho de todos modos. Leí la misma traducción que muestras, por cierto. Hay otra más reciente que no he probado.

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