Las lealtades. Delphine de Vigan. Trad. Javier Albiñana. Barcelona: Anagrama, 2019
Las respuestas
Tras leer su última novela, arrastrada por la curiosidad y la congoja suscitadas en el encuentro compartido para los seguidores de Delphine de Vigan con Elvira Navarro, puedo decir que mis dudas están aclaradas. No, este libro no se parece absolutamente en nada al anterior e hice muy bien en no sacar el tema ni preguntar nada llegada la ocasión de hacerlo.
Las lealtades es breve e incisiva: va al tajo y sin rodeos con varios asuntos de mórbida actualidad y relevancia social. No los enumeraré, destriparía el contenido y no sería de recibo que lo hiciera puesto que la lectura es recomendada.
Entiendo, ahora (imposible haberlo hecho antes de leer la novela) la pregunta de Elvira Navarro respecto al título porque lo de las «lealtades» desconcierta. Pese al párrafo inicial «Las lealtades. Son lazos invisibles que nos vinculan a los demás…» y aunque, efectivamente, la historia está plagada de personajes vinculados entre sí de una forma que sólo la lealtad puede justificar, sea ésta de la naturaleza que sea («las leyes de la infancia…, los valores en cuyo nombre actuamos con rectitud, los fundamentos que nos permiten resistir…») aún así son otras las emociones que conectan al lector con la historia y a la sazón se me vienen a la cabeza algunos títulos alternativos como puedan ser los prejuicios, las frustraciones, las sugestiones, las decepciones o los fracasos, los abusos, las injusticias… y sin embargo es Las lealtades.
Una novela de puntos de vista narrativos fragmentados que se alternan, que permiten ver lo que pasa en otros apartamentos, fuera o dentro de los mismos edificios, según las vivencias las tenga un niño o un adulto, una víctima o un acusador, quien esté en lo cierto y quien fantasee demasiado arrastrado por el fantasma de su propio recuerdo.
Sabe a poco.
Duele más.
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