Conversaciones entre amigos. Sally Rooney. Trad. Ana García Casadesús. Barcelona: DeBolsillo, 2022
Las edades
Me pongo a añadir etiquetas a esta entrada, cosa que siempre hago por llevar cierta coherencia a la hora de clasificar el contenido de este blog y una pereza profunda me invade y me atrapa, me lleva consigo hasta el rincón del aburrimiento y allí me deja sin saber si ponerme a escribir sobre este fenómeno literario ya trasnochado, aunque resucitado gracias a las producciones para plataformas televisivas, o abandonarlo.
Llego «tarde, mal y a rastras», que diría mi abuela, pero llego.
Me recomendaron esta lectura en el año 2018. Atravesaba yo una serie de preocupaciones y obsesiones grandes a la par que estúpidas y una compañera de librería a quien, por cierto, perdí la pista hace tiempo, me dijo «te va a gustar».
Mi compañera debió de pensar que yo iba a disfrutar de la lectura porque, en ella, esa profunda, elocuente y certera escritora que es Sally Rooney desarrolla unos personajes vulnerables que se enfrentan a sus problemillas con profundidad, elocuencia y certeza pero, sobre todo: porque lo hacen de manera obsesiva.
Pues bien, cuatro años que se ha llevado el viento desde entonces y, pasada también la lectura de Normal People (mejor la serie, muchísimo mejor) me digo que ésta he de leerla antes de que la correspondiente adaptación para la pantalla pase ante mis ojos y yo ni me inmute.
La autora tenía veintiséis años cuando se publicó. Veintiséis. Con veintiséis años despliega un conocimiento de los recovecos psicológicos de sus personajes que le hiela a una las costillas. Gente que no es normal, gente con talento.
Conversaciones entre amigos es como ese colega de la Universidad que no hace más que decir que va a suspender después de un examen y que luego lo aprueba con matrícula; es una novela que no cuenta absolutamente nada trascendente, ni especial, ni original pero que apabulla. Es la mosquita muerta de la narración contemporánea.
Le decía hace poco a una amiga de la generación de la señora Rooney, alguien que venera sus textos como si fueran sagrados, que en mi opinión ellas (Sally y mi amiga) pertenecen a una generación que da por sentado mucho de lo que la mía tuvo que incorporar, temas, muchos de ellos presentes y magníficamente planteados en el argumento de esta novela.
Y sí, me enrabieta; llego al texto cansada y buscarle etiquetas me aburre. Es cosa de la edad.