El último día de la vida anterior

El último día de la vida anterior. Andrés Barba. Barcelona: Anagrama, 2023

Remanente

«Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento suspendido en el tiempo como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma ese soy yo».

El espinazo del Diablo, Guillermo del Toro, 2001

Puede sonar torpe, sonará ignorante casi seguro, pero la primera vez que escuché la palabra «remanente» y le di significado fue durante un curso de formación como dependienta en unos grandes almacenes. Me explicaban el funcionamiento de la caja y el procedimiento protocolario de la empresa para abrir y cerrar cada día; el remanente era, en ese momento para mí, la cantidad exacta de dinero que debía haber siempre dentro del cajón del efectivo, ni más ni menos: aquella suma que no variaba con independencia de las ventas.

El fondo de caja.

El remanente siempre estaba ahí y era nuestra obligación asegurarnos de que, aunque hubiéramos tenido la peor de las jornadas con devoluciones, siempre cerrásemos el día con la cantidad correcta. Si hacía falta, solicitábamos un ingreso, lo que fuera con tal de poder abrir al día siguiente encontrando esa misma cantidad.

Día tras día lo mismo.

Hace más de once años que ya no trabajo allí pero no creo que en esa empresa hayan cambiado mucho las cosas (no era su estilo) y el fondo de caja estoy segura de que sigue siendo el mismo.

Puede que esa repeticion constante de una información residual que no se borra, que se queda ahí detenida en el espacio y en el tiempo sea el tema del que trata el último libro de Andrés Barba.

La protagonista de El último día de la vida anterior se topa con el mismo niño cada vez que acude a una de las casas que muestra en su trabajo como agente en una inmobiliaria y sí, la tarea se repite, el chaval está atascado y algo no termina de resolverse.

Una historia de fantasmas.

Un cuento sobre los malos entendidos y sobre las dudas de la infancia.

Siempre, que nunca falten y si no hay suficientes habrá que pedir que se escriban más.

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