Llego con tres heridas. Violeta Gil. Barcelona: Caballo de Troya / Penguin Random House Mondadori, 2022
Vida de esta chica
La narradora de Llego con tres heridas cuenta, en tres partes, la forma que tiene de acercarse al conocimiento de una figura ausente en su vida desde que ella tiene tres meses.
La investigación desde la adolescencia, cuando descubre la verdad sobre la muerte de su padre, la arrastra a un ejercicio psicológico para aceptar esa pérdida y su efecto, no sólo en ella sino en todos los demás, los familiares, los amigos, los vecinos del pueblo extremeño de Cheles y, en general, el conjunto de una sociedad con fobia a tocar ciertos temas hasta convertirlos en prohibidos.
Esta chica vive sin duda una experiencia atroz y la cuenta, la trae a un entorno que para ella es de gran ayuda (el rural) y la narra tomando aire y respirando despacito: los pedazos de su padre aparecen como cartas o notas, en las historias recordadas por otros, en fotografías… La narradora busca el epicentro del dolor para tocarlo con los dedos, hacer que todo reviente y regresar a ese supuesto estado natural, tranquilo y pacífico de las cosas, el estado en que puede sentarse a escribirlas.
Son el «amor», la «muerte» y la «vida», igual que en el poema, aquellos de los que parte esa recostrucción de su pasado familiar; sus padres, esos universitarios que entre los años setenta y ochenta del siglo ya pasado dejaron Madrid para irse al campo y construir, cultivar, reproducirse, probar a hacer las cosas de otra manera aunque no supieran cómo.
Ella cita a gente, a mucha gente que la ha influido cantando o escribiendo y al final del libro les da las gracias educadamente, cierra el relato, se despide y termina.
Un libro que tiende la mano al lector con dos elementos amables y auténticos: la relación con los abuelos y la vida en los pueblos. Para quien goza de una sana y reconfortante experiencia de ambos asuntos éste será un libro a disfrutar y para ellos llega, con sus tres heridas.
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