Amor

Amor. Hanne Ørstavik. Trad. Lotte K. Tollefsen. Barcelona:Duomo, 2018

Let the right one see

Casi dos lustros atrás, hubo una película que me agitó las entendederas con tanto ahínco que aún hoy la sigo relacionando con algunas historias que llegan a mí. Se basaba en una novela que leí más tarde y que no disfruté ni la mitad.

Déjame entrar me pareció magnífica por el tratamiento de la infancia, del miedo, de la ausencia de miedo, del mito, del amor con, sin y en desconocimiento absoluto del sexo y, muy especialmente, me pareció brillante por su sonido, un aspecto que hasta entonces no me había llamado la atención en las películas.

Hoy he terminado de leer Amor, tengo sensaciones muy similares a las que tuve con la película de Thomas Alfredson y voy a explicarme.

Una narración en montaje paralelo, igual que la secuencia de la escalinata de Odessa en El acorazado Potemkin o el final de Apocalypse Now: una madre y un hijo, no hay introducción ni más aclaraciones que las que plantea el propio desarrollo de los acontecimientos descritos en tiempo presente, pim-pam-pum, todo se mezcla y la acción avanza con las dos perspectivas a la vez.

Si viendo Déjame entrar escuchaba y sentía que me volvía un poco lobo (o un poco vampiro, más a la sazón) porque se me agudizaba este sentido por encima de los otros cuatro, leyendo Amor no dejo de ver, no puedo evitar recrearme en el valor de la mirada, en el sentido de la vista, en los globos oculares y en que se dice que ese asunto es ciego y por algo será que el libro se titule así.

«Mi tía tiene un ojo de cristal, dice la niña. De niña tenía la obsesión de mirar por los ojos de las cerraduras, y un día mi padre metió un destornillador desde el otro lado para que le dejaran en paz».

Pim.

«Nota que parpadea, cierra los ojos con fuerza y se los aprieta con el puño, intenta meterse los ojos dentro de la cabeza. A lo mejor si los mete muy adentro se quedarán colgando y no encontrarán el camino de vuelta al agujero por el que tienen que mirar».

Pam.

Amor envenena con una lectura que obliga al lector a reconstruir a los personajes por lo que ven y recuerdan haber visto y todo es triste y desesperanzador. Hay amor y no lo hay: hay dos personas que viven dos tipos de amor y conviven con las consecuencias de darlo por sentado, como si recordaran lo que un día vieron y ahora, sin necesidad de ver, ya tuvieran la certeza de aquello que va a pasarles.

Y lo terrible es que se equivocan.

Pum.

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