Fugas

Fugas. James Rhodes. Trad. Ismael Attrache. Barcelona, Blackie Books, 2017

Fuego en todas partes

Fuego, siempre alrededor

Fuego. Alguien olvidó que el fuego lo guardo yo.

Vetusta Morla 2014

James vuelve a la carga. Ya nos ha contado lo trágico de su infancia, lo atormentado de su juventud y lo tarado de su madurez, ahora viene a explicarnos cómo lo conjuga todo en sus conciertos, durante su gira del 2016, la inmediatamente posterior a la polémica publicación de su Instrumental.

En esta ocasión, además de denunciar a gritos y abriéndose las heridas para que todos las veamos supurar, James intenta reconciliarse consigo mismo. Toda una empresa.

Al igual que Instrumental (Blackie Books, 2015), Fugas inicia cada capítulo con una pieza del repertorio clásico de alguno de sus compositores preferidos: la nombra, la explica y plantea las circunstancias en las cuales la compuso el genio creador correspondiente. Eso funcionó a las mil maravillas en el primer libro, lo sabemos, así que lo sazona con una frase de manual de autoayuda que retuerce para amoldar a su particular forma de ver la/su vida y de este modo, lo vemos como él quiere que lo veamos: James Rhodes el artista dañado hasta la locura y con ego desmesurado, la eterna víctima en batalla contra sí mismo que sólo logra consuelo en las teclas de su piano. Fuego. Siempre. Alrededor.

Fugas entretiene, llama la atención sobre aquello que sigue siendo necesario llamarla (denuncia de abusos sexuales en la infancia y acercamiento de la música clásica/elitista a cualquier perfil de oyente) y hasta provoca alguna risilla entre aclaración y aclaración del autor sobre sus cosas personales y perturbadas, pero creo que aporta más bien poco a lo que ya había supuesto su primer libro. Si uno se ha quedado con ganas de más, lo mismo le quita la sed pero sólo durante un rato.

El resto del tiempo, siempre podrá contar con Bach.