La chica de al lado. Jack Ketchum, trad. María Pérez San Román. Madrid: Biblioteca de Carfax, 2020
Una chica corriente
…comencé a entender que la ira, el odio, el miedo y la soledad son un botón que espera el tacto de un solo dedo para desbocarse hacia la destrucción y aprendí que esos sentimientos pueden tener el sabor de la victoria».
Si durante la lectura del famoso ensayo de Naomi Wolf llegué a sentir auténtico terror, éste no era muy diferente del que se traza en el origen de todo el mal que desarrolla La chica del al lado. No lo era.
El prólogo me lo he saltado, porque yo suelo leerlos siempre antes de enfrascarme en la lectura, por el simple gustito de llevar la contraria a los que recomiendan no hacerlo pero esta vez no me apetecía: esta vez quería sumergirme del todo en una historia que se adivinaba terrible, quería sentir el miedo mismo trepando por mis tobillos, no quería comentarios ni referencias previas, ni conocer nada de antemano.
Leí.
Hice esfuerzos por seguir leyendo.
Porque La chica de al lado no me parece que dé miedo pero sí un asco y una náusea inmensas. La chica de al lado duele y te hace sentir impotente, como lectora y como persona en el mundo, un mundo que es el mismo que habitan los monstruos de los que se habla en la novela.
Esta versión perversa y enfermiza de Las vírgenes suicidas trenzada con El señor de las moscas es un delirio basado en un caso real, que pasó sin pena ni gloria por la columna de sucesos de la prensa de Estados Unidos en la década de los sesenta y que el autor, un escritor formado con los consejos de Robert Bloch (su colega que además escribió Psicosis) trajo a la literatura y convirtió en librazo.
El mito construido alrededor del concepto de la belleza y de lo que ese concepto implica para las mujeres es la base, el germen, el daño original desde el cual todo se desparrama en esta historia terrible. Lo que la mujer es en relación a lo que los hombres son, lo que debe o no debe aceptar, su pecado, su culpa.
La chica de al lado (en el inglés original The Girl Next Door, expresión que se utiliza para referirse a ese tipo de chica «corriente» y encantadora, que en su día también definía a ese tipo de comedia romántica de encantadoras protagonistas femeninas guapas y naturales, como era Meg Ryan, por ejemplo) es lo más bestia que he leído en mucho tiempo.
El horror corriente.
El horror en la casa de al lado.
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