Virginia Woolf. Escenas de una vida: matrimonio, amigos y escritura. Una selección de los diarios a cargo de Gonzalo Torné. Trad. Gonzalo Torné. Prólogo de Lucía Lijtmaer. Madrid: Clave, 2021.
Buenos días
Despierto por la mañana y pienso en Virginia Woolf. Sí, en ella. Soy una lánguida jovencita que todavía no ha descubierto la tristeza de entender que la vida pasa demasiado pronto pero lo primero en lo que pienso cuando salgo de la cama es en Virginia Woolf.
A veces me gustaría creer que este blog sirve para orientar en las lecturas y para que alguien que no sabe lo que busca encuentre al menos lo que podría disfrutar leyendo. Creo que este libro podría servir para alguien así, para ese tipo de muchacha desnortada, ausente, que se inspira con facilidad en cualquier cosita un poco popular y que a la vez reflexiona sobre cosas que no reflexionan a menudo otras chicas desnortadas y ausentes como ella.
Llevo un par de semanas leyendo esta selección de diarios, dos semanas en las que, a ratos, interrumpo mis quehaceres y rutinas para husmear en las notas íntimas de Virginia, que no eran en realidad notas para sí misma sino para lectoras como yo, como tú o como esa chica desnortada a quien Virginia no conocía pero que tan bien supo interesar desde otro siglo y también desde otra lengua.
Llego al libro por el prólogo. Escucho en la radio que lo ha escrito Lucía Lijtmaer y cuando el libro cae en mis manos no lo dudo y me salto los protocolos: esta vez comienzo leyendo lo que siempre dejo para el final, porque esta vez sé que no me van a destripar nada, que Virginia se ahoga en el río con los bolsillos llenos de piedras y que es una de las mujeres más fascinantes e inteligentes que ha dado la sociedad británica de los últimos cien años y pico. Quiero saber otras cosas y éste, parece un buen día para descubrirlas.
La originalidad de esta edición, creo, está en el criterio: diarios divididos en temas. Virginia escribe sobre sus amigos, sus pensamientos, sus novelas, su matrimonio y su enfermedad. Nos explican que se servía de estas anotaciones para acumular material práctico documental de proyectos futuros, aquellos que tristemente no llegarían a ver la luz por haberse empeñado en morir ahogada antes de tiempo.
Son notas magníficas, claro (me lo parece a mí y también a la lánguida adolescente desnortada): Virginia Woolf despelleja con elegancia a sus colegas, analiza de forma obsesiva su propio trabajo y convierte las quejas asociadas a sus dolores de cabeza y su falta de apetito en puro aforismo, eso entre otras muchas reflexiones debidamente encajadas en un orden que ya digo, no es cronológico sino temático y facilita mucho la comprensión.
La empatía es otra tarea y no es sencilla en ningún caso ¿se puede ser vanidosa cuando se es el miembro más famoso del colectivo de Bloomsbury? Por supuesto, lo anecdótico sería no serlo: todas las horas y todos los tés bajo la lluvia en Grantchester que hicieron falta a esta mujer para hacerla discurrir como lo hace se condensan en las páginas de la edición de Gonzalo Torné y las que no, pueden buscarse todas ellas entre el catálogo de la editorial Tres hermanas. Son otra experiencia lectora, desde luego, creo que no tan lánguida ni tampoco tan desnortada como ésta.
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