Falso espejo. Reflexiones sobre el autoengaño. Jia Tolentino, trad. Juan Trejo. Barcelona: Temas de hoy, 2020.
Them all
Supe de la existencia de Jia Tolentino (Toronto, Canadá, 1988) por un podcast. En el 2020, en la era pandémica que nos ha tocado vivir, un podcast se ha convertido en un aliado, una balsa que reconforta en su viaje a quien escucha, sea lo que sea aquello que le cuenta. En el caso de Jia Tolentino me sorprendió su frescura «no complaciente» sus ganas provocadoras de contar aquello que quería compartir sin aparente ánimo de colmar las expectativas de nadie.
Supongo que es la actitud que todo orador debe tener en los tiempos que corren.
O quizás supongo demasiado: no soy una oyente norteamericana, millenial, ávida de contenidos culturales nuevos con los que impresionar a mis amistades ni concienciada con ninguna causa política o ideológica tal que me arrastre a mostrar mi opinión públicamente en un espacio tan accesible como es internet. No: me acerco a los cuarenta, soy gallega, mi infancia y mi adolescencia no han estado pautadas por los horarios de la misa diaria en una iglesia evangélica de Houston, no aspiro a «influir» en nadie y no lamento mi incapacidad para el liderazgo. No, no soy ciudadana norteamericana, insisto, no me identifico con la lectora objetiva de Jia Tolentino.
Por este motivo me gustaría llamar la atención sobre la contracubierta de la edición española de su libro a cargo de Temas de Hoy (Planeta) porque en ella se dicen cosas muy raras que no se corresponden con lo que una lee luego, una vez que se adentra en sus contenidos: Jia Tolentino habla sin bozal de las necesidades implantadas por el capitalismo de «nueva ola» basado en lo sano y lo feminista, habla de los casos de violaciones en comunidades universitarias que prescriben irremediablemente, de drogas sintéticas (y de otro tipo) y del curioso paralelismo de su consumo con el lavado de cerebro consecuente a una estricta educación religiosa, de la importancia del culto al cuerpo en la primera era del siglo XXI, de la crisis económica, de las crisis en general… todo eso y no para convertirse en «mi nueva mejor amiga» o en mi «escritora favorita» como reza esa aberrante contracubierta.
Sobre todo, Jia Tolentino cuestiona la necesidad de «aspirar a algo» pero no para todos sino, en particular, para las mujeres: más delgadas (siempre) más fuertes, más sanas, más listas, más independientes… pero no mejores, sino más similares a un reflejo que no es real, que está implantado y viene de fuera. Para ello cita a John Berger y a Taffy Broedesser-Akner y nos explica lo mucho que sudó en sus clases diarias de «barre».
Aquí tengo que hacer otro inciso.
Resulta que el estilo de entrenamiento físico creado por Lotte Berk en 1959, ese que hemos visto durante décadas en programas de televisión como los de Eva Nasarre o en películas como Showgirls o All that Jazz por irme a ejemplos extremos, el de las mallas hasta las ingles y los calentadores, resulta que ha sido tendencia en el cogollo neoyorkino durante en la época que Jia escribió su libro, meses antes del confinamiento, en esa época que considerábamos «actual» pero que no podemos volver a calificar como tal ahora que todo ha cambiado.
Las clases de «barre», por lo visto muy sexuales y muy dinámicas, enganchan a la autora y además le ponen el culete duro, lo cual es una aspiración elevada, sin duda.
Mientras lo cuenta resulta simpática, no tanto como Caitlin Moran pero bastante; se ceba contra las redes sociales porque alimentan la inseguridad, ataca la popularidad volátil que desata internet porque no es real, no es cierta, no refleja nada auténtico y es por tanto falsa.
Eso cuenta Jia y se lo cuenta a todas ellas. Por algún motivo siento que a mí no pero, qué se yo, me equivoco tantas veces.
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