Gente muy fría. Sarah Manguso, trad. Julia Osuna Aguilar. Barcelona: Alpha Decay, 2023.
La vergüenza
Una no escoge de dónde viene: se llega al mundo en un entorno en donde se crece, se aprende a sobrevivir y cuando se tiene la oportunidad de alejarse, una se aleja. A veces la separación es necesaria y se busca cuanto antes, otras en cambio parece que cueste un poco más, que se sienta de obligado cumplimiento pero sin ganas. En la mayoría de los casos, alejarse supone un acto de madurez, porque la vida sí que la hace cada uno como mejor puede, con las circunstancias que encuentra y más o menos en donde cae.
Quizás la primera novela de Sara Manguso (Massachusetts, 1974) sea todo lo que precede a ese estado de madurez y desprendimiento, desde que se tiene uso de razón hasta que se es adulta, libre y responsable de una misma.
Gente muy fría avanza cronológicamente con una narradora en la primera persona de Ruth, su protagonista, que crece a medida que pasan los capítulos sin especificar más datos de los estrictamente necesarios para hacerle comprender al lector cómo se siente exactamente: la vergüenza heredada, la sensibilidad hacia los demás, los que no son como ella, los que tienen otra vida y otra familia.
«El padre de Amber era mecánico, pero no en el sentido en que los padres de los demás eran abogados o banqueros. Los demás padres solo eran a lo que se dedicaban cuando estaban trabajando, en oficinas de la capital, y cuando se los veía por el pueblo eran solo padres. Su padre era mecánico incluso en casa, con sus herramientas y su mono».
[pp. 50]
Un aspecto llamativo y muy interesante de este libro es la importancia de comprender cómo encajan las piezas de donde venimos, por qué nuestros padres son como son y qué los hace diferentes de los padres de los demás, por qué la vida se percibe distinta cuando se da sentido, al menos, a una parte del pasado. La protagonista de esta historia narra sus experiencias, cada vez con más lucidez a medida que se aproxima al final y con un aplomo devastador cuando la novela se termina.
Gente muy fría me deja con lágrimas en los ojos, dolor en las costillas y un renovado sentimiento de amor propio. Creo que después de leerla el lector se va a querer un poco más y, si lo necesita, se perdonará del todo.
Pues parece que necesito leer este libro, aunque hasta ahora no lo sabía.
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Sí, muy muy recomendado. Gracias por pasarte ☺
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