A Ghost Story. David Lowery, 2017
Aquí los hipsters
Ésta ha sido una de esas veces en que se sale del cine con una congoja encima casi incurable y no por lo que se ha visto, porque la película nos haya conmovido con su historia, su música o sus personajes sino por la mala sensación y la desesperanza que nos deja en el cuerpo ver una película así. Le pasa a más gente ¿verdad?
No me ha gustado A Ghost Story, tan recomendada por varios allegados y que tanta curiosidad me daba antes de saber qué era lo que tenía que contarme.
Pero al margen de la bajona con la que ha cargado mis espaldas la peli de Lowery, tengo alguna otra cosilla que decir y que comentar de ella y de ahí mi iniciativa de dedicarle una entrada en este espacio, por supuesto. Voy por partes.
Parte primera: me espeluzna la pretenciosidad así, en general, la practique quien la practique; yo no la trago. Igual que me aburre y desespera la lentitud grandiosa de Terrence Malick (al menos en sus últimas creaciones) esta historia de fantasmas vehementes y humanos rotos por el dolor ante la ausencia me da ganas de cortarme las venas. Minutos interminables de planos secuencia para exasperar al espectador, silencios y diálogos susurrados. Un castigo.
Parte segunda: me agota el discurso moderno del regreso a lo viejuno. No puedo más. Me atrevo a señalar que en su conjunto la película me ha parecido lo más hipster que he visto hasta la fecha. Me tomo su visión de la realidad como un manual de estilo de esa subcultura que regresa a lo que era tendencia hace más de cincuenta años para vivirlo en nuestros días con los últimos avances de la tecnología más puntera (y cara). Y ser ellas muy delgadas y ellos muy barbudos, por supuesto.
Parte tercera: díganme que soy retorcida pero veo en esta película una más que acusada influencia de la novela gráfica de Richard McGuire que asomó su genialidad en unas tímidas seis páginas del magazine Wire allá por 1989 y terminó de alucinar a sus lectores en 2014, bajo el título de Here, que un año más tarde publicaría Salamandra en España, traducida por Esther Cruz Santaella como Aquí.

Por que en ella impera la trascendencia: que todo lo que ha sucedido y sucederá pasa por el mismo espacio y que, en ese espacio a veces se estanca una emoción que no ha sido resuelta o se rompe de forma abrupta por la muerte de alguien y ahí es donde se quedan «colgando» los fantasmitas. Además, en un momento de la historia un personaje irrelevante suelta un monólogo digno de la primera temporada de True Detective y nos apabulla con su visión y explicación de la intrascendencia del todo a la que estamos condenados desde nuestra propia existencia que camina hacia la aniquilación, insignificante, pasajera y pese a todo, sucediéndose en bucle desde el inicio de los tiempos.
Menos lobos.
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