Ravel. Jean Echenoz. Trad. Javier Albiñana. Barcelona: Anagrama, 2007
Maurice a la deriva
Veces que he escuchado el dichoso Boléro ni las cuento, nos pasa a todos: son muchas. Nos suenan sus acordes y se nos pegan a las mientes ya para todo el día, es inevitable. Puede que el Boléro de Ravel sea la pieza más pegadiza de la historia de la música y esta pequeña novela cuenta, a su manera, los últimos días de la vida de su creador, ese tal Maurice.
Pero qué vida, esa es la cuestión: una perspectiva omnisciente de lo que va y lo que viene alrededor de Maurice Ravel mientras viaja desde Francia hasta Estados Unidos, mientras visita el País Vasco de vacaciones o mientras reposa y se cura de su salud mermada en las montañas suizas. Una gira sin retorno.
No es verdad.
No es mentira.
Jean Echenoz (Orange, 1947) crea a un personaje y lo pone a pensar y relacionarse con otros (con Chaplin, con Gershwin, con Paul Wittgenstein, con Ida Rubinstein…) y ese personaje es Maurice Ravel, el del archiconocido Boléro y lo conocemos, un poco.
Alcanzar la última página del libro deja en el lector una sensación de sosiego: ya está, ya acabó, se terminó. Es una vida que se apaga de pronto y casi sin que nos demos cuenta «lo visten con un traje negro, chaleco blanco, cuello duro con las puntas dobladas (…) no deja testamento, ninguna imagen filmada ni la menor grabación de voz».
Una narración limpia y natural, sin artificios, sobre alguien que no nos imaginamos que haya podido componer una pieza tan machacona y reconocible como es el Boléro. Él.
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