Día de lluvia en Nueva York. Woody Allen, 2019
Instrucciones para disfrutar de una película de Woody Allen
Me decía mi amiga M. que le intrigaba mucho saber quién le pone las plantas a Woody Allen y, a la sazón, escribí un post hace tiempo. Fascinada por la catarata de interiores perfectos en las ambientaciones de su cine de ahora y de siempre, M., que es observadora del reino vegetal, no podía dejar de fijarse y es bien cierto: hay plantas hermosas por doquier.
Creo que la actitud de M. es la más indicada para disfrutar de las películas de Woody Allen, sobre todo de las de los últimos años. Día de lluvia en Nueva York no es una excepción.
Tal vez habría que relajarse un poco, eso para empezar: este señor lleva más de cuarenta años trabajando de lo suyo y eso está muy bien ¿que nos gustan sus ficus y los ramos de rosas que decoran sus ambientes? Pues uno se relaja y los contempla. No pasa nada.
Luego están las historias.
Algunas son deliciosas y otras no tanto. Hace años que la crítica está esperando al bueno de Allen a la vuelta de la esquina con cada estreno, como lo hacen los abusones en el patio del colegio y él por supuesto ni se defiende. Es Woody Allen, por favor, que haga lo que le dé la gana, ha escrito diálogos tan ingeniosos que han hecho historia, dejen que se coma el bocata tranquilo.
También tenemos el controvertido asunto de los castings.
Sabemos que al señor director le tiran las estrellitas del momento y unas veces la cosa funciona y otras pues no. En Día de lluvia en Nueva York yo diría que sí, que esas caras conocidas interpretando a criajos millonarios encajan muy bien con el aura elitista e intelectual del Upper East – Upper West neoyorkino, ese que tanto le gusta a él y además, Timothée Chalamet cantando «Everything Happens to Me» creo que nos gusta a todos.
Ay, Timothée: el nuevo efebo de moda ejerce de alter ego de Woody Allen, porque siempre tiene que haber uno y en 2019 le ha tocado a él, nada nuevo.
¿Y qué pasa con ellas? Pues que otra vez son guapas y llevan las faldas muy cortas, solo que ahora nos fijamos más, lo cual es interesante y necesario pero no debería sorprendernos.
Un día de lluvia en Nueva York está pintada con los colores de Woody Allen y se disfruta si uno no pierde de vista estos sencillos pasos.
Porque no es la vida y porque sí son sus películas.
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