Intimidad. Hanif Kureishi. Trad. Mauricio Bach. Barcelona, Anagrama, 2015
Celia dice
«Yo lo recomiendo siempre a los que acaban de empezar una relación de pareja y a los que están a punto de publicar su primera novela» me dice Celia, que lo ha encargado ya unas cuantas (no pocas) veces en la librería en la cual trabajo y que siempre es para regalar, que a ver si Anagrama la invita a conocer a Hanif Kureishi cuando se pase por Madrid, que ya sólo con lo que ella le compra, merecería por lo menos una entrevista personal, dice, eso dice Celia. Celia es muy simpática, o eso me parece después de escucharla durante un tiempo (no poco) hablando de este libro, pese a no haber cruzado antes en mi vida una sola palabra con ella.
De esto han pasado ya unos cuantos (no pocos) meses.
Mi novela sale en abril y decido hacerle caso a Celia y a su arrollador entusiasmo.
Pero Intimidad no sólo no me gusta, es que me cabrea, me irrita, me enfada, saca de mí un odio ingobernable contra ese narrador cínico y egoísta, ese irresponsable tarugo emocional que es capaz de abandonar a su mujer y a sus hijos por ir en busca del amor fresco, lozano y por supuesto «verdadero» que le brida su amante.
Gilipollas.
Y así de gilipollas me siento yo también, por no saber fijarme con justicia en la prosa tranquila, clara y llena de lógica que caracteriza a esta novela. Una primera persona se plantea su matrimonio y los trillones de motivos para abandonarlo, pero también la culpa al arrastrar con ese abandono también el de sus dos niños pequeños que nada tienen que ver en los argumentos de padre y madre.
Pero es que los de madre los desconocemos, los únicos que nos constan son los de la parte contratante masculina que es la que habla.
Es masculino, muy masculino todo: muy viril esa falta de apego y esa presunción de vida sexual activa y cuanto más promiscua mejor, que no es que diga yo que sean cosas que definan a los hombres pero éste que las cuenta, éste precisamente se jacta de ello como un valor global de los de su especie y eso a mí me hierve la sangre.
Que no Celia, no sé si volveremos a coincidir los libros, tú y yo. Con estos precedentes se me quitan las ganas.
Dicen que es un libro bueno y lo dicen unos cuantos (no pocos).
Yo es que no puedo ser objetiva.
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