The Cinema of RomanPolanski: Dark Spaces of the World

The Cinema of Roman Polanski: Dark Spaces of the World; John Orr & Elzbieta Ostrowska eds.; London; Wallflower Press; 2006.

Sobre hadas y otros cuentos

Pues resulta que he traducido este libro y aquí lo tengo, muerto de risa dentro de un cajón, o quizás sólo esté dormidito, esperando que un apuesto príncipe editorial quiera besarlo y despertarlo… En cualquier caso, como últimamente vivo más entregada a la lectura provechosa que a la puramente recreativa, es probable que los próximos posts estén especialmente relacionados con el tema de mi tesis. Avisados están y a quien no le interese que no siga leyendo, pero el tiempo vuela y mientras me queden oportunidades para aprovecharlo, una mención a este texto no estará de más.

The Cinema of Roman Polanski: Dark Spaces of the World es un conjunto de ensayos sobre la obra del maestro franco-polaco. Me decanto por un fragmento del sexto capítulo (Beauty and the Beast: Desire and its Double in Repulsion, por Lucy Fischer) para compartir con ustedes, almas curiosas e inquietas que estoy segura disfrutarán con estas singulares ideas sobre los cuentos de hadas y la lección de moralidad sexual que al parecer con ellos se transmite:

El paradigma básico de este ciclo de relatos se constituye por una protagonista femenina a quien un horrible pretendiente con forma animal le declara su amor. Se sobreentiende que él está bajo los efectos de un terrible maleficio y, más adelante, la protagonista es forzada por su padre a contraer matrimonio con la bestia, a pesar del asco que le pueda dar un amante tan poco habitual. En un momento dado, se deshace el maleficio y la bestia se convierte en un apuesto caballero.

En The Uses of Enchantment, una lectura psicoanalítica de los cuentos de hadas, Bruno Bettelheim encuentra que esas narraciones son formas didácticas a través de las cuales los niños toman parte, practican y superan sus miedos relacionados con el hecho de hacerse mayores. De acuerdo con sus palabras: “Cada cuento de hadas es un espejo mágico que refleja algunos de los aspectos de nuestro mundo interior… y los pasos que se necesitan a lo largo de nuestro desarrollo desde la inmadurez hasta la edad adulta” (1977:309). El tipo de lecciones que enseñan estos cuentos, abordan el modo en que debemos separarnos de nuestros padres, cómo encontrar la felicidad y cómo amar (1977:278-309).

Obviamente, el último de los procesos está relacionado con el asunto de la sexualidad y no es casual que muchos cuentos de hadas se centren en la dinámica del cortejo (como en La Cenicienta, Rapunzel y La Reina de la Nieves). Para Bettelheim, sus pretextos habitualmente incluyen la enseñanza a los niños acerca de cómo “contravenir las represiones sociales” simbolizadas, por ejemplo en el despertar de La Bella Durmiente por parte del príncipe (177:279). Esta suerte de conocimiento deviene en un tipo concreto de cuento sobre pretendientes en forma de animal –La Bella y la Bestia-. En concreto, Bettelheim entiende que la narración retrata la repulsión inicial de la jovencita hacia las relaciones heterosexuales adultas (manifiestas en su asco hacia el pretendiente con aspecto animal). El hecho de que su apariencia cambie y pase a ser un atractivo muchacho, significa que la chica ha madurado y descubre su propia atracción sexual hacia los hombres, aprendiendo a corresponder a su promesa de placer erótico. Tal y como señala Bettelheim “aquello que [el niño] experimenta como peligroso, repugnante y que debe ser evitado, ha de modificar su apariencia para que pueda experimentarse como verdaderamente hermoso” (ibid.). Bettelheim reconoce que este tipo de cuentos procede de las culturas patriarcales tradicionales, en las cuales las chicas son habitualmente “mantenidas al margen” del conocimiento sexual, puesto que dichas sociedades valoran enormemente la virginidad femenina hasta el matrimonio. Llama la atención sobre el hecho de que estas historias “asumen que es casi siempre la mujer la que necesita cambiar su actitud acerca del sexo puesto que rechazan aceptarlo” (977:286). Por otra parte, la actitud de ella también afecta al comportamiento de los hombres, en palabras de Bettelheim: “puesto que el sexo aparece para ella con aspecto feo y en forma de animal, permanece animalizado para el hombre” (ibid.). Es importante destacar que la criatura concreta en la cual se suele reencarnar el macho admirador es a menudo una de tipo desagradable (como un sapo o una rana) cuya pegajosa y húmeda piel, recuerda a los órganos sexuales, y cuya habilidad para inflarse sugiere la erección del pene (1977:290)[1]. Aunque asqueroso, un animal como una rana no da miedo, lo cual indica que podría ganarse la confianza y el afecto de la protagonista.

Existen otros aspectos paradigmáticos de este tipo de cuentos. A veces, en su rechazo inicial del amante, la chica responde con violencia. Señala Bettelheim que en El príncipe rana, la protagonista arroja al novio animal fuera del lecho y lo estampa contra la pared, demostrando con ello que el “despertar al sexo no está libre de dolor, ansiedad e incluso peligro” (1977: 297-8). De modo aún más significativo, considera Bettelheim como crucial que en estas fábulas, la chica contrae matrimonio por orden del padre y que es la figura de la madre la que ha lanzado la maldición sobre su pretendiente. Aquí se entiende la narración como una manera de aleccionar a las niñas que, para alcanzar al sexualidad adulta, deben abandonar a sus padres. Aunque en la superficie den un poco de miedo, Bettelheim entiende que estas historias son en el fondo reconfortantes:

“Las historias sobre maridos animales aseguran a los niños que su miedo por el sexo como algo peligroso y bestial no tiene otra explicación… Pero a medida que los personajes de la historia van descubriendo que a pesar de esa ansiedad, el compañero sexual no es una figura desagradable sino una persona adorable, el niño también lo creerá”.

(1977: 297-8)

¿A que mola?

[1] Una rana aparece en El príncipe rana [The Frog King] y un sapo en Las tres plumas [The Three Feathers] (ver Beetelheim) (1977:286-289).

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