La palabra más hermosa (Venuto al mondo). Margaret Mazzantini; trad. Roberto Falcó Miramontes; Barcelona; Random House Mondadori; 2009.
Desgarro literario
Nunca subestimen el poder de una palabra, de un libro, de una autora… muchas veces (demasiadas, quizá) he explicado en este blog que los diseños de cubierta de un libro pueden suponer el mayor de los fracasos o el mejor de los favores al contenido real del mismo. Mi consejo es que se fíen de lo que les cuentan y no (o no sólo) de lo que ojean en la librería, que hay profesionales dedicando su jornal exclusivamente a ello y que igualmente, todos tenemos amigos, conocidos o familiares que opinan de lo que conocen. Escúchenles.
A mí me dijeron que esta novela era interesante. Yo no hacía más que imaginar la adaptación al cine con Penélope Cruz lacrimosa y el prota de Hacia rutas salvajes (peli que aborrezco con toda mi alma, ahí que lo dejo caer) Emile Hirsch. Pensaba en el señor Castellitto convirtiendo en película, por segunda vez, una novela escrita por su esposa y mi sesera entraba en ebullición.
Recordaba las tropecientas ocasiones en que había colocado yo un ejemplar de bolsillo de la novela en cuestión, en los estantes de la librería en donde trabajaba. Demasiado obvia, excesivamente recreada para el género femenino que me parecía. Nunca la hubiera escogido y sin embargo, aquí me tienen: rendida ante la prosa de esta dama italiana de orígenes irlandeses.
La palabra más hermosa es ciertamente hermosa, pero también y sobre todo, es sangrante, dolorosa, como lo es el peso de la carne cruda cuando es desgarrada. No es una historia de amor, o no al menos de forma exclusiva y excluyente de otro tipo de tramas. En un mundo editorial lógico y justo, no debiera clasificarse como «novela romántica» y sin embargo, a esa sección tendrán que ir a buscarla si les interesa lo que quiero contarles.
Cuando la encuentren, busquen en ella las claves para introducirse a la literatura de Ivo Andric, autor al que se rinde un homenaje claro y desinteresado durante el tiempo que dura la narración. Por lo que a esta lectora respecta, quedan muchas ganas de conocer más y mejor al Premio Nobel del año 1961. Su protagonista lo estudia y lo comenta, relaciona sus textos con la vida que le rodea y se le cita, constantemente, como a la brújula que orienta el destino de sus personajes, víctimas de una guerra que parece que nunca se acaba, una guerra entre hermanos y entre vecinos.
Y es que el conflicto que plantea esta historia aunque ubicado durante la guerra de los Balcanes no sólo es de tipo político sino también interno, vital y familiar. Es la lucha entre una mujer contra los recuerdos y las percepciones de la vida que ha pasado ante sus ojos destrozada, desgarrada. Es el enfrentamiento de una madre contra el presente, el pasado y el futuro de su hijo, la necesidad de desenredarle a éste los nudos de su existencia.
Desde aquí yo les sugiero que se abracen a esta novela como quien lo hace a un retrato de personas de las de carne, hueso y sensaciones reales, que sepan de antemano que van a pasarlo mal porque es muy terrible lo que se les plantea pero que igualmente confien en que llegado el final, podrán recuperar el aliento: parcial o totalmente, eso depende de cada uno.
Se dan dos definiciones de la vida en esta novela que a mi me parecen de una fuerza y expresividad pasmosa: una es la de que la vida es «un agujero que se mete en otro agujero, y por extraño que parezca, lo llena», y la otra que es «como un trapo que siempre limpia la misma superficie».
No puede negarse que son dos descripciones más bien urañas, salidas de una hembra que ha sufrido lo suyo y que enfoca su propio devenir sin ilusión. Es lo que hay en La palabra más hermosa: tristeza perenne.
Pero vuelvo a repetirles: escuchen a segundos y terceros, atiendan a sus consejos, que nuestra propia vida a veces se lee en los libros de los otros.