La isla interior

La isla interior. Dunia Ayaso, Félix Sabroso, 2009

El arrecife exterior

En las aguas tropicales, un arrecife de coral es una estructura de piedra caliza que proporciona refugio para casi un cuarto de toda la vida acuática que hay alrededor; los arrecifes sirven de barreras que protegen a los manglares y praderas de yerbas marinas de los embates del oleaje. Sin embargo, son extremadamente vulnerables a algunos eventos naturales, a la contaminación, la sedimentación, al daño causado por la rotura y remoción de exoesqueletos coralinos, y a los efectos de la sobrepesca de algunas especies.

Algunas familias, cuentan entre sus miembros con auténticos arrecifes de coral, aislantes de los peligros externos que las amenazan cada día, pero que al mismo tiempo sufren y se erosionan, soportando, efectivamente, el exceso de gramaje emocional que fermenta en su interior.

La última creación de Dunia Ayaso y Félix Sabroso para la gran pantalla, ambientada en las tierras y costas canarias que los vieron nacer a ambos, no cuenta otra cosa que la historia de una familia destruida desde las profundidades y maltratada también en la superficie por quienes merodean en su periferia; una familia cuyos miembros viven, cada uno a su manera, una trajedia particular siendo sin embargo todas ellas derivadas de un monstruo común y terrible: su propio creador.

Afortunadamente para la colonia de miembros familiares que habita esas aguas, el dolor es desahogado en un muro natural, estructura consanguínea de lazos fraternales a donde van a romper las olas más agresivas, contra quien chocan diferentes cuerpos peor intencionados y a quien acuden en todo caso, las más débiles criaturas heridas del entorno familiar.

Candela Peña interpreta en esta ocasión al más brutal arrecife que nunca una película española ha tenido ocasión de contemplar. En La isla interior, la actriz cede rostro, voz y lágrimas al personaje de Coral, quien aunque gravemente erosionado, resiste entera a los embistes del ecosistema humano tarado y mental que la envuelve. Sus hermanos (Alberto San Juan y Cristina Marcos ¿quiénes eran antes de estos papeles?) viven y se refugian en Coral, asisten a la desgracia compartida dentro del espacio familiar y es gracias a esta hermana-arrecífica que se ven protegidos de aquello que los asedia y destruye.

Igual que una burbuja a punto de estallar, la tensión en este filme está dosificada poco a poco, con astutas elipsis y presentaciones entrelazadas de sus protagonistas, a medio camino entre la sorpresa y el suspense absurdo, con obvias y nada desdeñables influencias, sobre todo visuales del icónico Pedro Almodóvar (con permiso del ya cansino David Delfín, quien cede su grafismo a lo largo de todo el metraje) pero con un sello personal más que respetable: esperemos que sirva como ejemplo de que en el ecosistema del cine español pueden nacer y crecer materiales nobles, naturalmente.

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