Los Netanyahus

Los Netanyahus. Trad. Javier Calvo. Madrid: De Conatus, 2022

El sionismo y la risa

«That’s the time you must keep on trying
Smile, what’s the use of crying?
You’ll find that life is still worthwhile
If you just smile […]».»That’s the time you must keep on trying
Smile, what’s the use of crying?
You’ll find that life is still worthwhile
If you just smile […]».

[«Smile»; Charles Chaplin, John Turner and Geoffrey Parsons, 1954]

Creí haber aprendido la lección con la lectura de La trama nupcial: que no todo lo que atienden a calificar como «novela de campus» es una novela de campus tediosa y repetitiva, una de esas que enlazan el presente del narrador con el pasado que conforma en grueso de sus investigaciones, los paralelismos entre el personaje a estudiar y el protagonista, etc. No: a veces sucede que una novela es diferente y luego le cae encima el ladrillo de la etiqueta «de campus» y ha de cargar con ella a cuestas allá donde vaya.

Porque se desarrolla en un ambiente universitario.

Porque los personajes principales son profesores, o estudiantes, o seres humanos muy metidos en el contexto del estudio y sus tribulaciones.

Por lo que sea.

Los Netanyahus es una novela de campus pero, sobre todo, es una novela política que se toma muy poco en serio su contenido y que consigue, a través de la ironía, que el lector se interese profundamente en lo que cuenta, a saber: la creación del Estado de Israel, los procesos de contratación de un profesor extranjero en una Universidad norteamericana y la relación de Benjamín Netanyahu con sus hermanos y su familia siendo estos unos críos, que menudas piezas de museo los tres…

Ganadora del Pulitzer el año pasado, esta novela arranca al estilo de Philip Roth pero sin lamentarse: allí donde El lamento de Portnoy se embadurnaba de frustraciones y desgracias sexuales, Los Netanyahus descarga rabia contra el mundillo académico y se ríe, se desternilla sobre algunas estupideces que sucedían en 1959 y que se siguen sucediendo hoy por los pasillos y en los despachos de las universidades de todo el mundo.

Como autora española que ha metido el dedo gordo del pie en las aguas profundas y viscosas del período comprendido entre 1484 y 1527 para escribir su primera novela, diré que me llamó mucho la atención la teoría del padre del actual primer ministro israelí, el «Netanyahu principal» de esta historia, cuando lo contratan en la universidad donde trabaja Ruben Blum, el narrador, para impartir clases como experto en la expulsión de los judíos en la Península Ibérica en el siglo XV. El profesor Blum, a quien sin comerlo ni beberlo, sólo por ser judío igual que él, le conceden la responsabilidad de supervisar dicha contratación, debe acompañarlo, escucharlo y tratar de comprenderlo en sus circunstancias y ese ejercicio de empatía obligada da pie a momentos absurdos muy divertidos, sobre todo cuando las familias de ambos se ven condenadas a conocerse y hasta convivir durante unas horas.

Agradecemos mucho a Harold Bloom que se tirara el pisto con el autor del libro y le contara los cotilleos esenciales para escribirlo.

Reírse siempre merece la pena.

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