Lágrimas en H Mart. Michelle Zauner, trad. Ainhoa Segura Alcalde. Madrid: Neo Person, 2023
El sabor sin los demás
En el edificio de enfrente de mi casa hay un perro que me recuerda a los gallos portugueses, aquellos que cambiaban de color en función del tiempo que fuera a darse en las horas siguientes. Esos días en que el ambiente se siente caluroso pero el cielo se vuelve del color de un trapo sucio, cuando se respira polvillo seco y se presiente el estallido de la tormenta, esos días este perro comienza a ladrar.
Él ladra y yo lo escucho desde el sofá, desde la cocina, desde el cuarto de baño cuando cierro el grifo y vuelvo a tener referencias de lo que sucede afuera. El perro de enfrente ladra y no para hasta que comienza a llover.
Mientras leía estas memorias de Michelle Zauner (Seúl, Corea del Sur, 1989) he oído mucho a ese perro pero en pocas ocasiones he continuado con ellas mientras el agua golpeaba las ventanas y contraventanas de mi casa: las abandonaba, dejaba de adentrarme en su historia. Desde niña las tormentas me provocan cierta angustia y confusión y no soy capaz de concentrarme en nada mientras truena y relampaguea así que, cada vez que yo estaba abstraída en Lágrimas en H Mart y comenzaba a llover lo cerraba, lo dejaba sobre la mesa y caminaba hacia el cristal para echar un vistazo y comprobar que mi vecino el perrete, satisfecho por habernos advertido a todos correctamente, ya se había callado.
Lágrimas en H Mart duele demasiado para leerse durante un chaparrón, en él la narradora (cantante y guitarra del grupo Japanese Breakfast) moja empanadillas en salsa kimchi y describe su viaje doloroso desde que le diagnostican cáncer a su madre, hasta que la pierde. Michelle Zauner combina los sabores de la cocina coreana con el desasosiego por la muerte de un ser querido y mezcla la rabia y la frustración ante la enfermedad con el aprendizaje de las mismas recetas que su madre le cocinaba cuando era niña.
Un libro extraño y desasosegante, duro y cómico y supongo que, aunque suene a tópico, inevitablemente «agridulce».
Mi vecino el perrete no ha vuelto a ladrar desde que lo terminé así que una de dos: o es que el tiempo va a mejorar o tal vez sólo me advertía de que no siguiera leyéndolo y lo de la tormenta lo he entendido mal.

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