La muerte de Ivan Ilich. Lev Tólstoi. Trad. Juan López-Morillas. Madrid: Alianza, 2011
Acabo de terminar la segunda temporada de White Lotus y mira, sí: las mejores cosas de la vida no son gratis, se pagan y con mucho dinero.No obstante, supongo que es importante establecer un buen criterio para saber qué cosas son las mejores y, a partir de ahí, dedicarse a perseguirlas, cuesten lo que cuesten.
Escuchaba el otro día una entrevista con cierta escritora que decía que, desde hacía unos años, había decidido dejar de perder el tiempo viendo series que no le interesaban, leyendo textos con los que se sentía decepcionada y rodeándose de personas que le causaban malestar emocional. La autora, que ronda los cincuenta años, aseguraba que esa era su forma de respetarse, que ya se había maltratado mucho en su adolescencia y juventud y que ahora no quería aguantar a nadie.
Así es: tonterías, las justas.
Ivan Ilich, por su parte, se muere y parece que a ninguno de sus compañeros de trabajo, ni amigos ni familiares le importe un comino. Él se da cuenta, retorcido de dolor en su lecho y cuando le faltan días para abandonar este maldito valle de lágrimas, reflexiona y ve que estaba equivocado: se ha dedicado a correr pero en la dirección equivocada, se va a morir y ha desperdiciado la vida. Ivan Ilich ha vivido mal, persiguiendo el dinero y el éxito, relacionándose superficialmente para llegar bien arriba pero desde ahí, cuando le queda un telediario para despedirse, se encuentra más solo que la una.
Una nouvelle demoledora que comienza por el final y que, en doce capítulos con una maniobra de «marcha atrás», regresa al inicio de esa vida insatisfactoria de su protagonista y describe sus motivos para decidir en cada momento.
La revelación de Iván Ilich instantes antes de morir, la epifanía definitiva es, por supuesto, lo mejor de un relato que aprieta pero que tampoco ahoga en su lectura: como la vida.
Menos quejarse.
Deja una respuesta