Los paisajes de la memoria. Escritos de artista. Reflexiones, notas y poemas.

Los paisajes de la memoria. Escritos de artista. Reflexiones, notas y poemas. Roberto Matta. Ed. e introducción: Miguel Ángel Muñoz. Madrid: Dextra, 2018

Todos los públicos

Reconozco que a veces, de tanta vehemencia, puedo llegar a cansar con mis argumentos y mis lugares comunes. A veces (no siempre) soy un poco brasas, es cierto, pero los que me quieren me aceptan y les da igual, creo. Espero.

Hay una historia que cuento a menudo ─sí, me repito─ en la cual yo misma discrepo de las opiniones de una iluminado erudito durante una especie de cena (sin comida) en casa de éste, junto a otras tres personas, una de ellas amiga común y más mía que de él por extensión en el tiempo. Este personaje me dice, entonces, que no puedo opinar sobre el arte de Rothko, que decir (como justo acababa de expresar unos minutos antes) que sus pinturas me parecen «bonitas» y que me haría un edredón con ellas como motivo estampado es una salvedad, que sólo personas como él y sus colegas pueden hablar del trabajo de Rothko, porque lo han estudiado, han leído sobre él, conocen sus motivos… agüita fresca del manantial.

Fue una noche muy difícil y he querido traerla a colación en este post porque la arrogancia de este individuo todavía reverbera en mi cabeza cada vez que leo o conozco a personas que aseguran, como Roberto Matta, que el arte no es para ser explicado sino para ser hecho.

Los paisajes de la memoria, precedida de un texto aclaratorio del poeta, historiador y crítico Miguel Ángel Muñoz (Cuernavaca, Morelos, México, 1972) reúne varias conferencias, reflexiones sobre colegas y poemas del artista multidisciplinar Roberto Matta (Santiago de Chile, Chile, 1911 – Civittavecchia, Italia, 2002). Mirar sus cuadros es casi como ser miope y sentarse a ver una película de Michel Gondry sin gafas, pero leer sus textos es acercarse a los momentos de máxima lucidez de un tipo como él.

De entre sus comentarios mordaces, el recuerdo de cuando siendo todavía arquitecto, le encargan ir a visitar a Picasso para «presionarlo» a terminar su Guernica, que debía estar listo para la Exposición Universal de 1937:

El cuadro era un aburrimiento, era el horror, colgar mierda en nuestros muros perfectos.

Y entre ese pico de oro y sus ideas sobre la morfología psicológica (algo así como reconocer que el ojo humano sólo congela un momento de ese constante cambio hacia infinitas direcciones que es la realidad) echo la mañana y me leo el libro.

Porque yo me dedico a eso, a leer y además, si me da la gana, también opino.

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