Trabajo, piso, pareja

Trabajo, piso, pareja. Zahara Gordillo Campos. Madrid: Aguilar, 2017

…a generation

«I think that I may be the voice of my generation. Or at least a voice. Of a generation».

Lena Dunham as Hannah Horvath

Girls. HBO series, 2012-

Quizás sea yo una mala persona por querer odiar este libro. Lo había intentado antes siquiera de haberlo leído, así de terrible es mi conducta a veces.

No lo había logrado, es más: lo he leído y me lo he pasado pipa leyéndolo. Dos días me ha durado (de una sentada habría caído de no ser porque bueno, ni piso ni pareja pero trabajo sí que tengo  y me interrumpe para estas cosas).

Aprovecho el espacio y las circunstancias para hacer un llamamiento: Zahara ¿quieres ser mi amiga? tía es que me has caído muy bien con esta historia a la que, por cierto, he llegado previa lectura de esa magnífica, honesta, brillante y desprejuiciada entrevista que te hicieron en www.eldiario.es, que me quito un sombrero virtual cada vez que leo eso de que la conciliación es un engaño y que sólo se puede hacer si tienes dinero. Lágrimas que se me saltan a mí, que además de no tener pareja ni piso (pero sí trabajo) tampoco he sido bendecida con el don de la maternidad, así que las cosas tampoco puedo hacerlas como madremente pueda, aunque quiera (que no quiero).

Trabajo, piso, pareja son las voces de él y de ella, de ella y de él y lo que pasa, porque pasa siempre y me atrevo a decir que en ese mismo tono e intensidad que Zahara utiliza aunque cada relación sea un mundo paralelo que nada ni nadie fuera de él puede descifrar. Te conoces, te apasionas, te tanteas, te lanzas al cuadrilátero (o follilátero que diría un amigo que no quiere ser escritor pero que podría) te relajas, te amansas, te agobias, te confundes, te estancas, te pierdes, lo pierdes y la pierdes y al final: abandonas.

Han sido muchas risas al reconocer todos los rincones que hacen cameos en la novela, espacios del reinado hipster de Malasaña con el que inevitablemente (porque Zahara me temo que es una voz de una generación que es la mía) me identifico: el Corazón, La Realidad, los Tipos infames, La Central (por Dios: trabajo allí) esa Leonor Watling extraterrenal y virtuosa que pasa flotando en todo su esplendor por el ámbito artístico y creativo que toque (música, cine, literatura, mamoneo intelectual… da igual. Es perfecta ¡ese cutis!) esas conversaciones, esos trabajos, esos pisos y esas parejas.

Y yo que antes de conocer a mi ex marido no había oído hablar nunca de Zahara, me doy cuenta de que todo en esta vida sucede por algo y que nunca, jamás sabes donde puedes terminar, o empezar.

 

 

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