Castellio contra Calvino

Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia. Stefan Zweig. Trad. Berta Rivas Mahou. Barcelona: Acantilado, 2001

Orgullo, intolerancia y el final de una guerra

«Matar a un hombre no es defender una doctrina sino matar a un hombre»

Sebastian Castellio

Cuando Stefan Zweig escribe esta recreación del enfrentamiento moral entre Juan Calvino y Sebastian Castellio como reacción del segundo a la orden de ejecución en la hoguera del pensador y científico Miguel Servet por parte de Calvino, Europa está sumida en un turbulento período que se recupera de un desastre para caer, indefectiblemente, en otro.

1936. Las obras de Zweig se prohíben en Alemania por el régimen nazi y sólo restan tres años para que se desate la Segunda Guerra Mundial.

El tentador impulso de juzgar la escritura de un autor por sus circunstancias personales susurra al oído del lector de Castellio contra Calvino pero una no debe ceder, hay que ser fuerte ante la sugestión: Zweig no retrata a ningún otro tirano con poder dictatorial a través de la figura de Calvino, no, no lo hace.

En la Suiza del ya maduro siglo XVI en la cual transcurre este ensayo, el Protestantismo prende la mecha de la intolerancia con una facilidad asombrosa y terrible, terrorífica. Arranca el texto con el año de 1536, cuatrocientos años antes a la fecha en la que será editado por primera vez: la Reforma se instala en Suiza y trae consigo la figura de Juan Calvino asociada a su Gobierno; el predicador Farel y sus mañas corruptas harán lo necesario para respaldar al nuevo portavoz de la nueva iglesia que arremete contra la superstición, lo superfluo y las imágenes tradicionalmente asociadas al catolicismo. Se instaura una dictadura teocrática. Es la política del terror. En este ambiente se gesta la historia que cuenta Zweig.

Castellio contra Calvino, de forma casi teatral y adelantando cada capítulo con un título introductorio más que obvio (CALVINO SE HACE CON EL PODER, CASTELLIO ENTRA EN ESCENA…) transmite al lector la esencia de un enfrentamiento que no tiene nombre ni edad y que permanece presente sea cual fuera la época histórica en que se suceda: la opinión independiente, frente a la violencia impuesta por el poder.

Se recrea en detalles, perfila diálogos y reproduce contenido epistolar entre personajes pero no construye una ficción: ante una injusticia, una reacción y para llegar al lector, un retrato fiel e implacable, que no interrumpe el ritmo ni alarga innecesariamente la tensión dramática en ningún momento de lo más duro y más crudo de los acontecimientos. Un hombre es quemado vivo por sus ideales y hasta el final permanece fiel a sus creencias, otro lo condena a morir y otro denuncia la crueldad inhumana de ese acto aun sin estar de acuerdo con las ideas que dan pie al asesinato. En ese triángulo de pensamiento se levanta y se sostiene Castellio contra Calvino.

Stefan Zweig se suicidó junto a su segunda esposa en 1942, ambos estaban desencantados por un mundo en el cual veían desaparecer el esplendor y la belleza de una Europa destruida por el nazismo. Tres años después se daría por concluida la Segunda Guerra Mundial. Ninguno de los dos vería nunca lo que sucedería después.

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