Metafísica de los tubos

Metafísica de los tubos. Amélie Nothomb; trad. Sergi Pàmies; Barcelona; Anagrama; 2006

Suicidio en Neverland

Para muchos, la infancia es la época dorada y esplendorosa, durante la cual nada de lo que sucede encuentra equivalencia en la edad adulta que la continúa.

Quizás existan demasiados adeptos a la fe “peterpanesca”, que proclama que cualquier tiempo inmaduro fue mejor, dentro de la cual, todos sus fieles se vuelven también insumisos ante la cruda realidad de ser mayor y responsable.

La novela de Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) es extraña por la coherencia de sus mentiras: se cuenta en Metafísica de los tubos, sinceramente y sin dar pie a lo fantástico, que una niña de tres años no sólo habla, lee y reflexiona sobre el sentido último de la existencia con pasmosa naturalidad, sino que además cree ser Dios.

¡Qué descansada vida la del que vive para disfrutar de los placeres que lo rodean! Sólo un niño en su contexto infantil de dependencia del mundo adulto (aquí transformado en auténtico acto de servidumbre y pleitesía) puede llegar a creerse un dios entre los mortales, nacido del éxtasis culinario provocado por el chocolate blanco y sin misión alguna en el valle de lágrimas con que se identifica la vida real.

Mejor ser un niño siempre.

Mejor seguir la senda egoísta de la inmadurez.

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