El último encuentro

El último encuentro. Sándor Márai; trad. Judit Xantús; Barcelona; Salamandra; 2015

Qué será, será

De no ser el último, tal vez el encuentro al cual se alude en esta novela no existiría nunca, porque los dos personajes que lo consolidan ya habrían muerto. Así es la vejez, que se lo come todo hasta dar con la muerte.

Un anciano ajusta cuentas frente a otro, le pide explicaciones sobre algo que sucedió hace tantísimo tiempo que poco sentido le queda ya a su justificación. La narración, que se desgrana en unos capítulos que rematan a cada cual de un modo más intrigante y que se ligan inevitablemente al siguiente, es de las que trascienden. Uno lee El último encuentro de Sándor Márai (Kassa, 1900 – San Diego, 1989) y sabe que le merece la pena tener una libreta y un bolígrafo a mano, porque es una novela de las de apuntar citas y pensar en ellas. Es profunda y es sencilla a la vez y no debe de ser fácil alcanzar semejantes calidades como escritor.

De acuerdo con lo que suele decirse, el tiempo es el que da la razón, el que todo lo cura, el que te hace ver las cosas con mayor claridad, porque todo es cuestión de tiempo y porque siempre está bien darle tiempo al tiempo. Pero si uno se fía más de esta narración sobre la amistad, parece que haya circunstancias excepcionales que congelen la memoria de los acontecimientos y aunque pasen los años, permita que no se olviden y sobre todo, que tampoco se perdonen.

El tiempo pasa y uno se hace viejo. El protagonista de esta historia mantiene al mirada encendida aunque su vida se haya apagado casi por completo, en silencio voluntario, a la espera de su presa.

El General anhela conocer la verdad, aprehenderla y engullirla. Quiere tragarse las declaraciones y los testimonios de Konrád que hasta ese momento intuía como ciertos en su imaginación, pero que sólo constata como verdaderos en ese último de los encuentros posibles.

Tal vez todos seamos así y por eso nos toque en el fondo de nuestros pesares la sensibilidad tan misteriosa de esta historia.

Y si no: tiempo al tiempo.

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