Así se hacen las películas

Así se hacen las películas (Making Movies). Sidney Lumet; trad. Jose María Aresté; Madrid; Rialp; 2010

Así habló Sidney Lumet

Si nos paramos a pensar en la cantidad de libros que existen sobre el siempre maravilloso mundo del cine, aunque la mayoría hayan sido escritos en lenguas extranjeras o hace más de veinte (o treinta) años, el resultado es siempre abrumador. No importa que cuando nos decidamos por conseguir uno en concreto nos cueste terribles sacrificios y trabajos de rastreo y persecución; que nos desesperemos porque se hayan extraviado en las bibliotecas, descatalogado en los fondos de las editoriales o enmohecido entre los cajones de alguna curiosa librería de viejo. Hay tantos, que para dar con uno verdaderamente interesante, a veces hay que dedicar una vida entera.

Hasta la fecha, creo que yo he dedicado un tercio de la mía, pero el hallazgo bien ha valido el sacrificio: Making Movies de Sidney Lumet (1924-2011) es el mejor libro sobre cine que conozco.

No es casual que unos días atrás hablara yo en este espacio de su última película, me dieron ganas de volver a verla cuando a penas había comenzado el ensayo y, sólo por eso, creo que es un texto valioso.

En demasiadas ocasiones, cuando un artista creador sea de la vertiente que fuere, a saber: novelistas, compositores, pintores, poetas, dramaturgos, fotógrafos, cantantes… se suelta a hablar de su trabajo, de esa materia artística que además de darle de comer, también les ha dado un nombre y una fama suficientes como para dar explicaciones en un libro, resultan tediosos o vanidosos o completamente inconsistentes.

Como consecuencia de ello, los consumidores preferimos agarrar cada producto que estos individuos hayan creado y dejarnos de leer perogrulladas sobre la forma en que llegaron a construirlo. Pocas cosas son más aburridas que un poeta leyendo sus propios versos, por poner un ejemplo.

Pero héte aquí, que leyendo el espléndido discurso del abuelo Lumet sobre la forma y el fondo, el cómo y los millones de porqués a la hora de hacerse las películas, no sólo no nos aburrimos ni bostezamos, no sólo no nos entran ganas de olvidarnos de todo lo que tenga que ver con el cine debido al exceso de información, no: en absoluto. El lector de Así se hacen las películas creerá en la posibilidad de que éste sea efectivamente “el mejor trabajo del mundo” y volverá a ver alguna película del director que le hubiera causado buena impresión en el pasado, por aquello de fijarse en los detalles. O eso es lo que ha mí me ha sucedido.

Dividido en trece capítulos a los que se suma una presentación cargada de honestidad, el libro aborda aquellos aspectos que Sidney Lumet a sus setenta y pico años (la primera edición es de 1995) consideraba cruciales para manifestar que:

«El cine es arte y es negocio. Te rompe el corazón y es divertido. Es una forma genial de ganarte la vida”.

Viendo sus películas, se hace evidente que hay temas especiales, asuntos que se repiten y en los que se trata de profundizar con unos personajes y unas historias parecidas. Es una cuestión intuitiva a la que se llega poco a poco, por contraste entre un trabajo y otro. Al leer el ensayo y notar que se da una explicación, uno sonríe y casi da las gracias:

“Existen muchas razones para aceptar la realización de una película. No creo en la actitud de aguardar una historia “genial” que se convertirá en una “obra maestra”. Lo importante es que el material que manejo me interese personalmente en algún aspecto. Y los aspectos varían (…) No sé cómo escoger películas que iluminen los temas centrales de mi vida. No sé de qué trata mi vida ni quiero saberlo. Mi vida se define a sí misma cuando la vivo. Las películas se definirán a sí mismas cuando las haga. Que el tema sea algo que me interese en ese momento, me basta para empezar a trabajar. Quizá el trabajo mismo sea el tema central de mi vida…”

Surgen además, perlas valiosísimas para comprender mejor la construcción de los géneros cinematográficos, esas “carpetillas” tan recurrentes en las que cualquier espectador bajo su propio criterio, decide almacenar uno u otro trabajo:

“En el drama, los personajes deberían determinar la historia. En el melodrama, la historia determina a los personajes. El melodrama hace de la trama su más alta prioridad (…) La farsa es el equivalente cómico del melodrama y la comedia es el equivalente cómico del drama…”

Sidney Lumet habla de cine, de cómo él trabaja con los suyos para hacerlo utilizando ejemplos de toda su filmografía. Es un discurso ligero, con dosis de sarcasmo y comicidad que aligeran un contenido ya de por sí entretenido.

Como sucede con una buena película, este ensayo capta nuestra atención y además nos da una visión de la vida, la del propio cineasta sobre su trabajo. Son los mecanismos del espectáculo, los entresijos de la elaboración del cine que sin duda, debe de ser un mundo maravilloso.

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