her. Spike Jonze, 2013
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Spike Jonze, realizador de un tipo de cine que habitualmente desplaza su protagonismo hacia los demás participantes de sus producciones escribe, dirige y hasta cede su voz a un personaje en her, su última película.
Curtido en el oficio de realización de videoclips musicales, tarea para la que ya se sabe que el verdadero papel estelar nunca lo tiene el de detrás de la cámara sino quien canta y/o coloca su música delante de ella, Spike Jonze cedía en Being John Malkovich (Cómo ser John Malkovich, 1999) y Adaptation (Adaptation (El ladrón de orquídeas) 2002) el puesto de mayor reconocimiento al guionista Charlie Kaufman; por su parte, Where the Wild Things Are, Donde viven los monstruos, 2009) se disolvía como película para mostrarse como el cuento ilustrado para niños de Maurice Sendak que le daba origen y razón de ser. Dave Eggers adaptaba aquella historia junto a él, siempre discreto, siempre en segundo plano.
Entonces llega her y toca hablar de Hoyte Van Hoytema, su director de fotografía.
Este holandés nacido en Suiza, que estudió en la misma escuela polaca en la que se formó Roman Polanski (Łódź) pisa con garbo por donde pasa: con Låt den rätte komma in, Déjame entrar, (Thomas Alfredson 2008) absorbía esa sensación térmica llamada frío y la plasmaba con imágenes. No la olvidamos.
Por eso her, a pesar de tratarse de una hermosa y conmovedora figuración del futuro y de las relaciones sentimentales que con toda probabilidad en él nos esperan, nos ciega con su potencia visual y con unas imágenes que lo devoran todo.
El conflicto filosófico que a priori tira de nosotros nada más entrar en la trama, es el del sentido absurdo al que conduce la comunicación virtual con entes virtuales, sistemas operativos programados conforme a las necesidades afectivas de cada uno. Un simple toque a la pantalla y empieza una nueva vida, paralela a la real, menos auténtica pero más satisfactoria.
Triste verdad, si uno se la cree.
Ya en capítulos de Black Mirror, al espectador se le intimidaba con el advenimiento de una nueva era desprovista de sentimientos físicos. Nos dio miedo -entonces- creer que abusábamos del whatsapp y del Facebook; quisimos diferenciarnos de la máquina y reafirmarnos como humanos. Apagamos el ordenador y activamos el modo «avión» en nuestros dispositivos móviles… ¿en serio? Nadie lo hizo, aunque alguno lo pensó.
Después de aquello, incluso después de WALL.E (Andrew Stanton, 2008) y de su profético retrato de humanos obesos por pasivos, aparece her, una historia de amor que persigue con una sensibilidad diferente, el escarmiento de una audiencia de usuarios con grave peligro de caer aborregados.
Por suerte, es además una maravilla visual más cercana a la imágenes renderizadas de un proyecto arquitectónico que a la tradicional narración de secuencias para el cine. Es algo nuevo que se ve y que se oye.
Joaquin Phoenix interpreta a Theodore Twombly, el hombre anodino y solitario que ha sufrido por una relación. Scarlett Johansson es la voz de Samantha, el programa informático que se busca Theodor para hacerle compañía. Entre ambos, destripan los pros y los contras del conocimiento de «ese otro» al que inevitablemente insistimos en darnos a conocer cuando nos enamoramos y la conclusión, hace daño.
Excelente filme. Da para reflexionar.
Saludos
David
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