Los amantes pasajeros

Los amantes pasajeros (I’m So Excited!) Pedro Almodóvar. 2013

Tal como éramos

Cuando parecía que ya nada ni nadie iba a lograr que el cine de pedro Almodóvar y yo recuperáramos la conexión, al manchego le da por regresar a la comedia -a su comedia- y entonces un interruptor se acciona en los adentros de mi juicio y sentido: siento que por fin hemos vuelto.

Hace diez días que en Berlín le entregaron un premio en honor a toda su trayectoria profesional. Qué mejor momento -pensé- para intentarlo y ver esa última película en la que según dicen, se persigue la risa genuina del cine de Almodóvar de siempre; en donde los diálogos rebotan por las paredes de una cabina de avión y en la que nadie sufre atroces amputaciones ni intervenciones quirúrgicas de consecuencias irreversibles.
La cinta me gustó. Me reí a gusto con las chorradas groseras que nunca deberían faltar en todo lo que escriba y dirija Don Pedro Almodóvar. Me sentó bien ver pasar a todos (o casi todos) los que hasta ahora han ido apareciendo en sus trabajos, colados con salero en un argumento, como siempre (o casi siempre) loco y absurdo. Agradecí la selección del conjunto coral protagonista, porque están todos impecables. Insisto, no hablo sólo de Javier Cámara que la verdad, no sé cuándo no lo está, hablo de todos, desde Miguel Ángel Silvestre que apenas abre la boca, hasta la inmensa Lola Dueñas, que sí que lo hace y de la forma más natural y tronchante que pueda verse y oirse en un vuelo transoceánico.
Visto el tráiler, se puede imaginar uno que la cosa va a estar centrada en tres azafatos con mucho garbo y no menos desparpajo, tres profesionales que se desviven por amenizar el vuelo a los pasajeros, pase lo que pase. La coreografía de Blanca Li, la verdad es que ayuda.

Pero muy probablemente se sorprendan al encontrarse con una historia que se ofrece banal e inconsistente, pero que simboliza todo un proceso real y vivido hasta el día de hoy por los españoles en España: el del anuncio, la llegada y el estallido de la crisis.
Los pasajeros que vuelan en el avión de este argumento, no saben que tienen una grave avería hasta bien avanzado su vuelo. Primero pilotos y luego auxiliares, se traspasan la información con pánico e inseguridad, sin decir nada al resto de la tripulación y fingiendo normalidad.

Para cuando aquellos viajeros inquietos (o hipersensitivos) exigen una explicación, la solución es que no hay solución posible y hay que darse de morros contra lo que venga. Y luego ya se verá.

Un viaje rutinario que se transforma inesperadamente en celebración de los placeres de la vida, por si acaso esta se termina y sin pensar demasiado en lo que ocurra después. Una combinación de sexo, mentiras, droga y buen ritmo que ameniza la situación crítica de un grupo de viajeros que nada sabe de cómo se han dejado llevar hasta allí, en ese estado.

Te echábamos de menos, Pedro.

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