Searching for Sugar Man. Malik Bendjelloul. 2012
Common people
Queda claro al acabar de ver este documental, que los designios del universo musical son cualquier cosa menos inescrutables y que el que busca, siempre encuentra.
La mitificación de un artista y su aupamiento a lo más alto de la cumbre del éxito dependen del azar, efectivamente, pero también de la imaginación de sus seguidores, del momento histórico y social en el que cuadre el personaje y sobre todo, de las ganas que uno ponga en mantener vivo su recuerdo, pase lo que pase.
Durante los años setenta, un cantante de rasgos latinos y nombre más latino todavía (Rodríguez) se dio a conocer tímidamente con un par de discos y alguna que otra actuación de tintes excéntricos (cantaba de espaldas al público) en locales de Detroit.
En vista del poco éxito alcanzado, Rodríguez perdió su contrato con su discográfica e hizo lo imposible por «desaparecer».
Sin embargo sus canciones traspasaron fronteras y cruzaron continentes, océanos e islas. El Rodríguez ninguneado por los Estados Unidos se hizo famoso en Australia, Zimbabue y Nueva Zelanda, surgió un ejército de fans incondicionales de sus letras y en Sudáfrica, esas mismas melodías sobre el amor, el abandono,la pérdida y las drogas llegaron a considerarse himnos de la lucha contra el apartheid.
Pero nadie supo nunca nada del artista. La historia sobre su muerte, su suicidio durante un concierto y sobre el escenario apenas tuvo repercusión en su país de origen, pero ardió y explotó como la pólvora en aquellos sitios en donde se quiso apreciar su trabajo, su estilo, su sello.
Searching for Sugar Man revive esos momentos de misterio y rastrea la leyenda del cantautor, con una técnica y un formato tan bien encajados que le han valido los premios del público y el especial del Jurado en la pasada edición del Festival de Cine Independiente de Sundance, ya saben: ese encuentro anual de películas y directores de corte indie internacional, fundado por Robert Redford en los Estados Unidos de América.
Ironías de la vida.
Nunca es demasiado tarde para descubrir y siempre hay tiempo de engancharse a lo bueno (y a lo malo).
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