Les Revenants

Les Revenants (Fabrice Gobert, Canal+, 2012)

Misteriosos retazos cotidianos

Les propongo un juego: de las imágenes que encabezan este texto, sólo tres se corresponden con escenarios reales, las otras tres son fragmentos capturados de una pantalla que emitía la serie francesa Les Revenants, una serie sobre la vida, la muerte, la persistencia de la memoria, el eterno retorno, los milagros, los pueblos, los Alpes y las grandes acumulaciones de agua.

Les Revenants se basa en un largometraje del mismo título, dirigido por Robin Campillo en el año 2004 y cuenta en los ocho capítulos de su primera temporada, cómo la muerte toca a las personas vivas según sus creencias y fantasías o dependiendo de la experiencia más o menos traumática que les haya llevado a tener un contacto directo con ella.

La muerte, al hilo de cada episodio de Les Revenants, se interpreta como un mundo independiente de aquel en el que habitan los vivos y a su vez, se dibuja como «habitado» por los otros, por los muertos. Será por tanto la inconcebible co-presencia de ambos mundos en ese escenario que aparece en las imágenes de arriba, el motor que arranque y empuje al conjunto de la historia hasta el capítulo final.

Muy al contrario de lo que sucedía en la irrepetible Six Feet Under (Alan Ball, 2001) aquí la muerte no termina de asimilarse en ningún momento de la historia, no es absorbida por los personajes e incorporada a sus rutinas diarias (como leitmotiv y base de su propio oficio, ya que aquellos eran dueños de una funeraria) en Les Revenants la muerte siempre es confrontada, vivida en paralelo y para ello, visualmente se apoya en magníficos recursos, todos ellos bien originales.

Sin embargo existe un cuento de Paul Auster, recogido en el guión de la película Smoke (Wayne Wang, 1995) que cuenta cómo el cuerpo congelado de un padre que había muerto en un accidente en la montaña, es descubierto por su hijo unos años más tarde, cuando tiene la edad que aquél tenía en el momento de morir. Ese impacto psicológico parece que se repite en algunas de las historias que cuenta la serie francesa de Fabrice Gobert: el choque brutal con lo impensable por improbable, el retorno del muerto.

Les Revenants maneja con calculada intención los espacios y movimientos que rodean a los personajes y a cada una de sus tramas, porque no es lo mismo el interior de un apartamento en el que vive una sola persona, que la vivienda de tres plantas que alberga a una familia entera, ni un albergue de acogida, ni un pub que es el único al que acuden los jóvenes de un pueblo entero para beber y divertirse. Ni son lo mismo ni sirven al personaje de la misma forma y eso, en esta serie más que en muchas otras, se nota.

Lo que se ve y lo que falta en cada encuadre, el punto exacto en que frena un coche al que la cámara ha estado siguiendo durante un rato, el tamaño de la plaza en la que estaciona un autobús o dónde están las papeleras de un muro «cualquiera», son aspectos que llaman la atención del que se sienta a ver un capítulo de esta serie, por algo.

Y es un gusto toparse con ello por casualidad. Vean esta serie.

Sepan que las tres fotos de los escenarios reales, son del sitio en el que vivo. Últimamente tengo algo de miedo.

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