I Congreso Internacional sobre lo fantástico en narrativa, teatro, cine, televisión, cómic y videojuegos. Universitat Autònoma de Barcelona 19, 20 y 21 de Noviembre de 2012
Mis visiones
Las conferencias inaugurales son habitualmente un adelanto algo aislado del contenido general que se proyectará en un ciclo de comunicaciones, un conjunto de ponencias o unas jornadas de congreso. En el caso de la que recibimos este pasado lunes en el Auditorio e la Autónoma de Barcelona, su contenido puede decirse que fue la amalgama perfecta de lo que en los tres días siguientes se iba a ir desgranando en forma de charlas sobre lo fantástico en España, en sus diversos campos y desde las más distintas y/o contrapuestas acepciones.
Don José María Merino, ilustre académico y admirable autor especializado en lo fantástico, abrió en Congreso con un barrido histórico y general de la trayectoria del género tanto dentro como fuera de España, tendiendo lazos entre culturas y atando cabos entre contenidos. Así pues, como suele pasar en estas situaciones, nos iluminó con su conocimiento de la tradición narrativa española, mucho más allá de donde uno empieza y termina sus estudios universitarios, aludiendo a autores y títulos que se escapan a más de uno, pero que interesan a todos.
Así por ejemplo, consideró «El reverso del tapiz» (Azorín) como un claro antecedente de Cortázar, «El cuento futuro» (Clarín) como introductor del asunto del suicidio universal en nuestra literatura o el relato «Celín» (B.P. Galdós)como equivalente en lo que al motivo de la «ciudad movediza» se refiere.
Vino a comentarnos a todos, que los autores del período realista no terminaban de creer en el fantástico que construían y adoptaban una actitud de burla hacia él, en clara contraposición a lo que los contemporáneos sugieren, porque creen en el tipo de relato que escriben.
Alabanzas a porrón cayeron sobre Drácula de Bram Stoker, descrita como a medio camino entre el auto sacramental y la novela epistolar y esta humilde oyente, entregada siempre a la sabiduría de los demás sin embargo, no pudo terminar de comprender aquello que se dijo en relación a la novela de Thomas Mann, recientemente comentada en este blog, La montaña mágica, puesto que en sus aspectos románticos, se considera -dice Merino- influida por lo fantástico. Con todos mis respetos, hube de discrepar.
Bajo el lema «Efectos de lo imposible», destaco una de las tres comunicaciones que vinieron a configurar la primera jornada del Congreso. Me refiero a la aportación de David Conte Imbert (U. Carlos III de Madrid) «Visiones del miedo, tras el punto ciego de representación» en donde se nos sugería la necesidad implícita del miedo, como recurso para confrontar un tipo de angustia primigenia, que de otro modo sería ambigua y de difícil identificación.
En su personal visión de lo que es el miedo en las historias, se nos recordaba la preeminencia de lo sugerido en detrimento de lo mostrado, siendo en la mirada de David Conte Imbert, un recurso errado en sus consecuencias, porque no sólo aquello que se nos obliga a intuir, sin tenerlo delante de los ojos es mejor a la hora de provocar este efecto: el miedo disuelve las fronteras, ya que es susceptible de hallarse en cualquiera parte, es ubicuo y escapa a nuestro control.
Siguiendo una línea casi filosófica, en la misma primera jornada hablaba Paula Grazia Garrido (U. of Cincinnati) de «Los modos de irrealidad en la dinámica del discurso fantástico», con una propuesta que definía lo fantástico como concepto capaz de poner de manifiesto dos evidencias: lo inefable de la irrealidad y su condición exclusivamente lingüística.
Siendo lo irreal una condición inherente al hombre, habría que cuestionarse la exclusión del terreno de lo fantástico a la que se someten aquellas experiencias irreales que el hombre vive en su día a día, precisamente por ser «vividas realmente». Siendo la irrealidad una apertura hacia la posibilidad del terreno de las ilusiones, no se aparta por tanto de la vida humana. Lo irreal es de hecho inherente a la condición humana.
El discurso de Paula Grazia Garrido sostiene que gracias a lo irreal, el hombre es capaz de aprehender lo real, puesto que el carácter físico que impregna todo aquello que es real, no procede sino del ámbito de lo irreal y como ejemplos, alude al asunto de la «apariencia» (que precisa de un concepto previo en el cual apoyarse, que de hecho es real y existe) y en el motivo literario del «doble», como ejemplo de herramienta capaz de enfrentarse a lo real a través de un intermediario en última instancia irreal.
Muy atractiva se me ofreció la ponencia de Jean-Philippe Imbert (Dublin City University) «Frightening Friends or Fantastic Friends?: Interdisciplinary, Theoretical Discourses and The Spanish Fantastic Monster» que basaba sus investigaciones en conceptos tan interesantes como la etimología de la palabra monster, entre los términos to show (to put something in front of your eyes) y to teach (to advice about something that is happening).
Siendo el monstruo, en palabras de Jean-Philippe Imbert, la confirmación de la «presencia de la ausencia», el arte vendría a funcionar como mecanismo mediador entre el concepto biológico de lo desconocido inaprehensible y una imagen real del monstruo, capaz de representarlo.
Así se llegaba a una serie de retratos esperpénticos, en su mayoría pertenecientes a la cámara fotográfica decimonónica del francés Gaspard-Félix Tournachon, más conocido como Nadar.
Dichas imágenes, eran en principio destinadas a la ciencia, pero sus poses se adivinan artísticas y encajaban con el nuevo término de «freak», que supuso la eclosión de lo monstruoso durante el período victoriano, puesto que esas diferencias o malformaciones físicas chocaban violentamente con las expectativas sociales y estéticas de la sociedad victoriana.
La IV sesión de comunicaciones se abría en el Auditorio de la UAB con la conferencia de Michael Harrison (Monmouth College) «La princesa fingida y el pirata valiente. Lo fantástico en el cómic queer español».
Siendo para mí la primera charla sobre estudios queer a la que asisto, aprovecho para plasmar por escrito mis impresiones más positivas respecto a lo allí comentado: las palabras de Michael Harrison hicieron fácil lo difícil y permitieron que alguien como yo asistiera con atención plena a las disertaciones en torno a la problemática gay, lésbica y transexual a través del cómic español del siglo XXI.
Con ejemplos como Las aventuras del Capitán Eclipse y Lost Kingdom se entró de lleno en el uso del discurso del cómic para plasmar los conflictos de la colectividad citada, mediante giros argumentales de tipo queer en los textos fantásticos que las inspiran.
Así por ejemplo, en Las aventuras… se reemplaza a la figura de la princesa Leia secuestrada en la saga Star Wars por el amante joven del protagonista (Gregor) como arquetipo estándar de la «princesa en apuros».
Del mismo modo, se vincula la condición homosexual a un sentido de heroísmo que contribuye a la supervivencia del Capitán protagonista.
Por su parte, con Lost Kingdom y mediante una historia de aventuras con aire de cuento de hadas de los hermanos Grimm, pero bajo un prisma gay, se ponía de manifiesto que aquello que es invisible en nuestro mundo real, se hace explícito en el mundo fantástico: la princesa Naia es un hombre que ha permanecido siempre travestido por su madre con vistas a preservar el orden político de su país y a escondidas de su padre. Sólo en el momento de la revelación, el amor de otro modo imposible entre los protagonistas, llega a su culminación.
Ya dentro del panorama cinematográfico (y momentos previos a mi propia participación en el Congreso) se habló en la sesión V del «Terror fantástico en el cine de los años 70». Destaco las reflexiones del profesor Iván Gómez (U. Ramón Llull) en torno a el tratamiento despectivo que en España recibe el género fantástico aplicado al cine y como tendencia general con la cual se lo ha castigado a través de la Historia. Porque según Iván Gómez, en España ignoramos a nuestro Edgar Allan Poe particular (G. A. Bécquer) y despreciamos todo lo que tenga que ver con un reconocimiento propio de lo fantástico como producto exportable.
Aseguraba también el profesor, que el cine español contemporáneo presenta una clara problemática basada en un constante estado de «reinicio de sí mismo». No se cuestiona sus orígenes, su trayectoria y el momento en el cual se inscribe y, por tanto, se dedica a copiar fórmulas para repetir el efecto que tuvieron los ejemplos del pasado, sin desarrollarse a sí mismo.
Y así se llegaba a la mesa redonda «Lo fantástico en el cine español actual» cuyos participantes (Jordi Costa, Xavier Pérez, Ángel Sala, Rubén Sánchez Trigos e Iván Gómez) abundaron en la confirmación del mal momento que se está pasando: en el cine, en la televisión, respecto a los espectadores y respecto a la distribución.
El mensaje fue poco esperanzador y se notaba una claro interés en dejar claro el papel asfixiante y coartador de las televisiones, no sólo en el momento de la distribución sino mucho antes, ya desde la creación de una historia con vistas a convertirse en película. Los resultados adulterados, vacíos de contenido y nada arriesgados nos dejan insatisfechos.
Se considera el éxito de películas como Tesis (un tipo de «terror sin terror» comparable a Cincuenta sombras de Grey como «novela sadomasoquista sin sadomasoquismo») muy significativo del estado general de las cosas.
La última jornada del Congreso se centró en la narrativa breve y en los motivos de lo siniestro y el terror cotidiano, un tipo de fantástico que comentó Ana Casas (U. de Alcalá) en la VIII sesión de comunicaciones como «fantástico interior», porque procede de las angustias inherentes al ser humano, por su manera de sentir miedo de lo que no se manifiesta exteriormente.
Su comunicación, en torno a la narrativa breve de Ignacio Martínez de Pisón, fue para mí reveladora, puesto que hasta la fecha, consideraba yo que Fantástico interior era sólo el título de una antología de cuentos fantásticos sobre muebles y aposentos realizada por Pilar Pedraza (Celeste, 2001). Nunca me acostaré sin saber una cosa más.
Alcanzamos así el final del Congreso, con una serie de ponencias que desmenuzaron los trabajos de Fernando Iwasaki y David Roas. El propio Iwasaki, sentado entre el público, no sólo agradeció los esfuerzos de aproximación a su obra con una humildad ejemplar, sino que aportó comentarios personales y experiencias vividas como creador de historias que esta oyente allí presente no olvidará, mientras le queden neuronas en el cerebro: la ironía y el horror caminan juntos en sus textos, consecuencia según él de una educación sentimental de miedo y represión religiosa.
A la última mesa le dio su característica forma redonda, la aportación de grandes monstruos de la palabra escrita: Juan Jacinto Muñoz Rengel (que agradece, por cierto las líneas que le dediqué en cierta ocasión por este espacio), Patricia Esteban Erlés, David Roas, Fernando Iwasaki (que todavía no había abandonado la sala, desde la jornada anterior) y sobre todo, despertando una desconocida admiración por parte de esta oyente con pluma, Cristina Fernández Cubas.
Se había hablado mucho de la barcelonesa, igual que de los de Iwasaki o Roas, en comunicaciones previas pero no fue hasta que la escuché hablar que caí rendida a su habilidad como narradora, como cuentista. Impecable.
«Si quieres evadirte de la realidad, no escribas literatura fantástica» dijo la autora de esos siniestros y asombrosos cuentos como «El ángulo del horror», incluído en la antología Aquelarre.
Alguien comentaba entre el público, que a las nuevas generaciones, aun adolescentes, parece que les cuesta comprender el género fantástico en forma de relato breve, que se intenta con autores españoles (es el primer año en que Los altillos de Brumal se incluye como lectura obligatoria de Secundaria) y que suele haber resultados más bien fallidos.
Muñoz Rengel aseguraba que los adolescentes de hoy están hiperpreparados para percibir y entender lo fantástico y que el problema tal vez sea de tipo cultural. «Lo fantástico -decía el autor- es un buen camino para enganchar al público joven».
Asimismo, consideraba Iwasaki que muchas de las referencias culturales tradicionales (como puede ser la Biblia) se están perdiendo y que para compensar, hay que buscar elementos reconocibles y pertenecientes a la «nueva era».
Acertados me pareciron los comentarios de Roas respecto a los finales tramposos de muchos relatos, los cuales después de haberse mantenido dignamente desde el principio, llegan a la última página y aseguran que «todo había sido un sueño» y dejan al espectador frustrado y bloqueado, exigiendo una explicación que sabe que nunca podrá recibir.
Y se llegaba al final de la tarde y con ella, también del Congreso, lanzando mensajes enormemente positivos sobre presente y futuro del cuento español, sin duda sano, fuerte y con ganas de seguir creciendo. Sólo hay que darle de comer.
Hasta aquí mi experiencia, que hubo muchísimo más pero no pude clonarme para verlo todo. Fue un placer contribuír con una milésima parte mía al conjunto del Congreso, refrescarme las ganas de investigar oyendo y viendo lo que allí se cocía y compartir comentarios con aquellos que quisieron regalármelos.
¿Cuándo es el próximo?
http://www2.museopicassomalaga.org/03_1frameset.htm
interesante exposición!!
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