The Tree

The Tree; Julie Bertuccelli; 2010. Basada en la novela de Judy Pascoe, Our Father, who art in the Tree (Murdorch Books, Australia, 2002)

Familia rampante

Lo mejor es no tomarse demasiado en serio este largometraje, tan sólo lo justo y necesario para comprender que se trata de una historia cuya poeticidad y simbolismo supera con creces su verosimiltud.

Que no nos la creemos, vaya, pero que no por eso dejamos de disfrutarla como lo que es: una fábula sobre el amor particularmente enfocada hacia las raíces, que nos unen eternamente a cada miembro de esa sociedad a la que todos estamos adscritos desde nuestro nacimiento, llamada familia.

Existe una novelita de Italo Calvino que describe con inusitada exquisitez narrativa las aventuras de Cosimo, un chaval que reniega de todo lo que tenga que ver con la vida al ras del suelo (o sea terrenal, o sea “real”) y decide pasar el resto de su vida subido a los árboles. Esta rebeldía que leemos en El barón rampante parece que se reproduce en el personaje de Engel, la única hija de la protagonista de The tree, una niña que desde el día en que ve morir a su padre de un infarto al corazón, se convence de que éste sigue protegiendo a la familia, de algún modo, fluyendo por la savia del árbol que crece junto a su casa.

The tree contiene momentos que uno no se traga ni pasados por el pasapurés (eso hacía mi madre con la comida cuando yo me negaba a comérmela… y lo mismo le hacía a ella mi abuela porque es lo único que funciona en determinadas circunstancias) como que una madre viuda pierda la cabeza hasta el punto de permitir que llegue un tornado a su zona y ni se inmute, permaneciendo en una casa prefabricada y destartalada en plena ventolera, con sus hijos, con todo tipo de objetos volando por los aires. Muy extraño.

Pero insisto en que merece la pena darse la mano con el simbolismo de la cinta, con su despliegue de metáforas a cada cual más propia de una leyenda infantil que de una historia realista. Al fin y al cabo, son muy bonitas todas.

Me gusta especialmente el carácter de “macho de la manada” que invade de pronto al árbol cuando la viuda empieza flirtear con su jefe, porque es tremendo que se quiebre una de las ramas más grandes justo sobre la parte de la casa que coincide con el dormitorio de ella, que lo invada y que la obligue a dormir noche tras noche envuelta en sus ramas. Inteligencia botánica.

Así que vean esta película si así lo desean, véanla los apasionados de Charlotte Gainsbourg (que son unos cuantos) y los que se emocionan con las notas de la Cinematic Orchestra, porque se van a poner las botas… pero no esperen más. Sería como pedir peras al olmo.

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