La paz de las colmenas

La paz de las colmenas, Alice Rivaz, trad. Regina López Muñoz. Madrid: Errata Naturae, 2023

Confederación femenina

En Suiza, hasta el 31 de octubre de 1971 la mujer no tuvo acceso al voto en unas elecciones federales.

El otro día me senté a ver la película Merci pour le chocolat (Claude Chabrol, 2000) y en cuanto identifiqué en ella localizaciones de la ciudad de Lausanne no pude evitar mirar a Fran y decirle «mira, qué casas, qué lago, qué gente…» porque reconocía mucho de lo que recuerdo en ese entorno. Luego irrumpió en escena Isabelle Huppert y ninguno de los dos tardamos en adivinar las consecuencias inevitables del mal que su personaje iba a ejercer de forma inminente sobre ese mismo, idílico, entorno.

La autora de La paz de las colmenas, Alice Rivaz, nació en 1901 en una pequeña ciudad del cantón de Vaud, el mismo al que pertenece Lausanne y pasó en Ginebra el resto de su vida, desde que se mudó allí a los veinticinco años. Hoy día hay un tren que lleva su nombre.

Yo acabo de descubrirla gracias a la traducción que ha publicado Errata Naturae, con prólogo de la periodista feminista Mona Chollet (nacida en Ginebra en 1973, dos años después de que el voto femenino se hiciera oficial allí).

Rivaz, como es natural, se queja y se lamenta, pone nombre a las frustraciones cotidianas que viven las mujeres de su edad en el ambiente doméstico y familiar que les ha tocado en suerte y lo hace con una frialdad afilada como el cuchillo de un carnicero, con una maldad similar a aquella con que podría hacerlo su personaje si, en una película, fuera interpretado por Huppert. Muchas de sus reflexiones brotan del machismo imperante en su sociedad, la de 1947 pero también, en cierta medida, la de 2012, año en que yo me fui a vivir allí y me explicaron, por ejemplo, que para aprender bien el idioma lo mejor es «ver la tele mientras planchas» o que era conveniente que estructurase mi jornada para que me diera tiempo a todo antes y después de las doce, que «es cuando debes estar en casa para prepararle la comida a tu esposo».

La paz de las colmenas no tiene casi argumento; la narradora adopta las formas de un diario personal para volcar sus ideas más intimas al margen de su marido (que en esos momentos se encuentra de viaje por motivos laborales) un hombre a quien asegura haber dejado de amar en la primera página. Rivaz se apoya en sus amigas y sus compañeras de trabajo, se recrea en la imaginación de un mundo utópico, una confederación gobernada en sororidad, al estilo de las abejas en las colmenas, por mujeres que quizás podrían encarar los problemas de un modo diferente a como lo hacen los hombres.

La narradora siente curiosidad por otras posibilidades sociales, religiosas… es infiel a su pareja y se preocupa por las guerras que estallan más allá de las fronteras neutrales suizas, critica el «bovarismo» de sus contemporáneas, la resignación, la confusión… mientras espera a su marido, sopesando la toma de una decisión respecto a su vida juntos.

Es muy interesante y lleva escrito desde 1947, veinticuatro años antes de que a las mujeres les fuera reconocido el derecho al voto en Suiza.

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