Black Light

Black Light. Retrospectiva de Margaret Watkins.

Madrid, CentroCentro, planta 5, del 09-06-2021 al 26-09-2021.

Mano izquierda

En una de las cartelas de esta exposición, tan sutil y elegante como las manos de la fotografía con la que se viene anunciando en prensa desde hace semanas, se lee algo así como que para iluminar una fotografía no basta con dar luz a los elementos que la componen sino que, más bien, hay que ajustar los niveles de oscuridad alrededor de los mismos. En otro trocito de pared, las palabras de Ursula K. Leguin definen lo que es «la mano izquierda de la oscuridad» y su inevitable integración con la derecha, la magia y la luminosidad.

Todo está relacionado.

Después de pasearme delante de las preciosas imágenes que cuelgan de las paredes de la quinta planta del edificio de Cibeles, actual sede del Ayuntamiento de Madrid y de tantas otras cosas más, pienso en mi amiga S. a quien veo poco pero que me consta que trabaja mucho y sólo por eso me alegro, porque le ha costado llegar a este punto. Hace años que cambió Madrid por Londres y se buscó la vida para absorber observando y aportar practicando en estudios de fotografía y con profesionales independientes del sector, allí, con los ingleses.

Margaret Watkins (Hamilton, Canadá, 1884 – Glasgow, Reino Unido, 1969) retrató de forma espeluznante y hermosa (sí, eso es posible) a personas viejas y jóvenes, envueltas en un aura misteriosa y extraña, borrosa a veces y brillante otras. Centrada en el trabajo publicitario, algunas de sus fotografías parecen cuadros perfectamente ideados en sus proporciones y encuadres, dispuestos para acomodar el ojo humano a una trayectoria concreta, suaves en las líneas y la demarcación de sus siluetas. Veo esos trabajos y pienso en pinacotecas pero también en el cine, en fotogramas detallistas, delicados, minuciosos. Watkins destaca hoy como pionera del trabajo profesional de una mujer en el mundo de la creación publicitaria (sus manos para Cutex son un icono internacional); de formación exquisita y cultivada, comenzó como ayudante y siguió siéndolo durante muchos años antes de poder ser independiente con su propia obra. Antes de morir, legó toda su creación a su vecino, en una caja sellada y bajo la firme promesa de no abrirse hasta después de su muerte.

Todo muy inspirador.

Supongo que es así como hizo ella, mi amiga S., como hacen todas las que en algún momento llegan a conseguir que se equilibre ese espacio de tinieblas alrededor del foco principal y consiguen ganarse la vida como artistas y crear con un esfuerzo proporcional a la satisfacción que reportan los resultados.

O igual sólo proyecto mis propias fantasías, qué se yo.

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