Eamonn Doyle

Eamonn Doyle. Exposición en Madrid. Sala Fundación MAPFRE Bárbara de Braganza. Del 12/09/19 al 26/01/20

Agua lleva

No es que suene el río cuando una se adentra en esta exposición, eso sería placentero, relajante, favorecería el fluir de los pensamientos en armonía con las imágenes y se podría abandonar la sala Bárbara de Braganza con ánimos positivos y no es el caso. Para quien no lo sepa (yo no lo sabía) Eamonn Doyle (Dublin, 1969) DJ y productor musical, artista visual, fotógrafo y viajero empedernido propone con los trabajos de esta muestra un recorrido más bien desasosegante e incómodo por sus gustos respecto al universo urbano de Dublín («I«, «ON«, «END«, «VISITA DE ESTADO» y «MADE IN DUBLIN«) y el paisaje de peñascos y riachuelos de los oestes de Irlanda y Extremadura («K«).

La exposición permite al visitante adentrarse en el agobio más profundo gracias al recorrido que ha de hacerse por un par de salas en donde cuelgan enormes reproducciones fotográficas que, dispuestas en serie, llenan todo el espacio y no permiten ni mirarse los pies. Mientras tanto se escucha una composición del músico David Donohoe (Dublín, 1976) que en una suerte de ejercicio sicofónico letal nos fuerza al movimiento, al paseillo de un extremo a otro de la galería, a las prisas infundadas.

En la serie «I«, varios ancianos son retratados en encuadres que desconciertan porque los vemos muy cerca, muy ladeados, muy «desde arriba» o muy «desde abajo» y lo mismo ─o parecido─ sucede con las siguientes, «ON«, «END«, «VISITA DE ESTADO» y «MADE IN DUBLIN«: personajes sin rostro recortados al doblar la esquina de una calle o al acabarse una chocolatina sobre un banco; las imágenes de treinta y seis alcantarillas saludan al visitante al fondo de la sala, dispuestas como un mosaico, marcadas por las medidas de seguridad durante una visita oficial a la ciudad, demostrando con sus precintos y sus huellas de pintura amarilla que todo está en orden, que no hay amenaza, que estamos seguros; las caras inmensas de personas que transitan el espacio de la ciudad y a las que se retrata «de golpe» para mostrarse en agresivos blancos y negros.

La planta baja se reserva para la serie «K»: el remate digno de una muestra angustiosa. Enormes imágenes de una figura que adivinamos humana aunque no tenga rasgos reconocibles ni extremidades aparece azotada por el viento y cubierta por telas de colores, redecillas con textura similar a la de las marcas de la corriente en el río, sobre las rocas y los arroyos, la jara, la grava y nos dicen que está entre Extremadura e Irlanda y se acompañan del lamento de las plañideras en versión electrónica: la composición de Donohoe modifica un antiguo keening irlandés, música dedicada a los muertos y que Doyle, en su caso, dedica a su madre y su hermano fallecidos.

Salir de allí sin prisa.

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