Nicholas Nixon. Carlos Gollonet, comisario.
Exposición fotográfica en Fundación Mapfre, sala de exposiciones Bárbara de Braganza, Madrid. Del 14 de septiembre de 2017 al 7 de enero de 2018
El retrato del tiempo
Cuando preguntan a Nicholas Nixon (Detroit, Michigan 1947) por si alguna vez alguien se ha molestado o le ha puesto reparos a la hora de tomar una fotografía, responde con sarcasmo que no, que él y su cámara de gran formato son «terriblemente simpáticos y muy sinceros». Al ver esta retrospectiva de su obra, la mayor hasta la fecha y compuesta por más de doscientas imágenes, una no deja de pensar que el autor está en lo cierto.
Nicholas Nixon retrata y su cámara captura (igual que todas las cámaras) los instantes fugaces que la vida no puede retener. La manera de hacerlo es efectivamente, sincera y nadie duda que tanto él como su herramienta de trabajo causen simpatía a los modelos.
A lo largo de esta serie de series en blanco y negro, vemos sobre todo a personas pero también fragmentos de paisajes urbanos. Todos ellos cuentan alguna historia, o varias o ninguna, como hace siempre una imagen fotográfica.
Lo que sucedió antes y lo que sucederá inmediatamente después de esa imagen es quizás de la cosas que llaman más la atención en el trabajo de Nixon. De sobra conocido es su proyecto Las hermanas Brown, que alinea a su esposa y las tres hermanas de ésta desde 1975 hasta hoy, en retratos que tienen siempre la misma composición y que revelan con cruel naturalidad el envejecimiento de sus modelos, como pasa siempre con los álbumes familiares cuando se visitan al cabo de los años.
Y es que la relación de Nicholas Nixon con la vida en sus fotografías está íntimamente ligada a su relación con la muerte; así se plasma en la serie People with AIDS (1988) o en esos retratos que hace durante sus trabajos como voluntario en centros de mayores y hospitales: así ve a los que están al final de su vida, con la luz incidiendo directa o indirecta sobre su piel marcada de arrugas, de manchas, de cicatrices. Las fotografías, todas ellas son capaces de emocionar al visitante tanto por lo que cuentan que ha sucedido justo antes de ser tomadas, por lo que imaginamos que sucedería inmediatamente después.
Licenciado en Literatura Americana, Nixon explica que a sus alumnos en los cursos de fotografía de la Massachusetts College of Art de Boston a veces, les propone leer cuentos de Flannery O’Connor. Casualmente, la antología completa de los mismos descansa estos días en mi mesilla y quizás gracias a los que ya conozco, intuyo el porqué de su vínculo con el trabajo de este artista: el ambiente americano cargado de prejuicio de los años cuarenta y cincuenta, que no se describe sino a través de los comentarios maliciosos de sus protagonistas, el racismo latente en un entorno que estaba incómodo mucho antes de que el lector comenzara a descubrir la historia, igual que sucede con las series de Nixon, en donde siempre ocurre algo antes y después de cada fotografía y esa información logra que llegue a espectador, fácilmente.
Todo lo demás, es el simple paso del tiempo.
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