Ensayo sobre la ceguera. José Saramago, trad. Basilio Losada ; Madrid; Alfaguara; 2001
Blanca oscuridad
Hombres y mujeres que aprenden a ver sin poder hacerlo físicamente. Como si la sociedad ensayara una situación en la cual dejáramos de ver con los ojos para aprender a ver con el sentimiento y el diálogo.
De repente y sin explicación, todos perdemos el sentido de la vista y tan sólo una mujer permanece con visión inalterada: ¿qué podría pasar? Que el caos se desataría y entonces morirían muchos, perderían el control unos cuantos y sufrirían todos.
La historia de Saramago abre los ojos del lector a la posibilidad de que todos podamos ser forzados a descubrir quiénes somos realmente, por medio de una catástrofe como puede ser la pérdida de visión colectiva. Y es que quizás todos seamos ciegos, que pueden ver pero que no quieren, o no saben cómo hacerlo.
Inserción del diálogo entre el grueso de la narración, por medio de oraciones que se inician en mayúscula, aunque la frase anterior remate con una coma. Fluidez y continuidad. Narrador heterodiegético y con omnisciencia selectiva, que interviene ocasionalmente para opinar o recordar al lector que nada de lo que se está contando le es del todo ajeno ni ficticio.
Ningún personaje tiene nombre y puede que con ese gesto se refuerce la objetividad de lo narrado: actantes despersonalizados, a quienes seguimos en su angustioso recorrido por un mundo blanco, desde el momento en que son privados de la capacidad de ver y hasta que, sin saber cómo, recuperan el sentido y se encuentran con la vida, otra vez, o por primera vez.
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