El asesino hipocondríaco

El asesino hipocondríaco; Juan Jacinto Muñoz Rengel; Plaza y Janés; 2012

Curiosidad endógena crónica

Recomiendo ante todo a ustedes, aunque esperando que mis antiguos colegas de librería lean esto y se hagan eco de mis sugerencias, que busquen este libro en su espacio de consumo literario habitual y que lo lean, porque van a disfrutarlo.

Acéptese mi propuesta de reubicarlo en el mueble de literatura en lengua española en general, desplazándolo del estante de novela negra donde originalmente fue a parar. No creo que sea su sitio correcto, así que no lo busquen allí.

Muñoz Rengel (Málaga, 1974) se apoya en el sarcasmo, es simpático y además demuestra que conoce a sus héroes. No sólo parece que haya leído las obras de Kant, Voltaire, Lord Byron o Poe, sino que además ha hecho el esfuerzo de empatizar con cada uno de ellos, creando a un protagonista tan obsesionado con sus vidas que encuentra en las experiencias de aquellos la perfecta justificación a sus dolencias imaginarias (o no tanto).

Al parecer, la literatura es un mecanismo curiosísimo cuya magia se activa en el momento en que los lectores pasan a asumir como propias las experiencias escritas.

Hipocondría literaria pura, sin aditivos.

¿Acaso no es eso lo que les sucede a todos esos enfermos que se obcecan en la ardua tarea de investigar acerca de sus diagnósticos? Porque cuanto más sabemos de algo que nos asusta, más lo asumimos, mejor lo comprendemos y es probable que tarde o temprano, acabemos provocando que nos suceda.

Solían hablarme de las «profecías autocumplidas» cuando era más joven (y bastante más tonta). Me asustaba saber que algo que me obsesionaba, si no dejaba de pensar en ello, interiorizarlo y creérmelo acabaría ocurriendo para mi desgracia y, sobre todo, por mi culpa.

Al señor Y. probablemente no le vaya tan mal salud como él piensa, pero nadie puede negar que se ha informado al respecto.

Háganme caso y léanse este libro. Puede que ni Eduardo Mendoza ni David Safier lo hubieran hecho mejor.

Y no es una novela negra, eso seguro.

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