Do nothing but writing

«Do nothing but writing». Por Andrés Barba. Mercurio; nº134; Octubre 2011.

Aprender a desaprender

Ojalá la escritura profesional, genial e inspirada fuera algo capaz de enseñarse en un taller. No lo digo por los cientos de alumnos anónimos que acudirían en masa con el objetivo de lograr una obra publicada y un laurel de prestigio que corone sus cabezas, eso ya sucede; lo digo por los cientos (o miles) de escritores profesionales con nombre, que publican y coleccionan coronas de laurel porque igualmente asistirían, deseosos de aprender la fórmula mágica para escribir BIEN.

El problema es que esa fórmula no existe y lo único que cuentan son los lectores. Para cada uno hay un escritor (o varios) que puede conectar con su sensibilidad, sus emociones o sus intereses, independientemente del rango cualitativo al que este autor se adscriba. Tal vez no hay buenos o malos escritores, sino lectores más o menos constantes y curiosos.

Lo que sí que es cierto es que se puede enseñar a leer y podría decirse que más de un escritor no haya querido aprender nunca. Todo escritor es lector desde mucho antes de sentarse a escribir. Ahí empieza todo y puede que por eso, un considerado «mal» escritor no sea más que quien da la cara por el lector pésimo que se esconde detrás.

Los talleres literarios y los talleres de escritura (que vienen a ser cosas bien distintas) existen y funcionan, sobre todo por lo bien que se lo pasa uno en ellos.

Quien los imparte, desempeña el oficio ilusionado y se enfrenta a un grupo de alumnos que quizás le sorprenda o quizás no, pero que se renueva cada curso y cuando menos, le entretiene.

Quien los recibe y participa (pagando o no, puesto que algunos son gratuitos) disfruta y descubre; se frustra por momentos al compararse con los que le superan y agradece los comentarios de quienes lo toman por igual. Los talleres son divertidos, si a uno le gusta escribir, obviamente.

En el último número de la revista gratuita Mercurio, se ha escogido el tema de la enseñanza de la escritura y son varios los autores que participan con sus artículos de opinión al respecto. Me quedo con las palabras de Andrés Barba (artículo completo aquí) y la lucidez de sus comentarios sin pelos en la lengua acerca de la verdadera finalidad de estos cursos, porque yo participé en alguno y lo entiendo perfectamente.

Se puede aprender a escribir, existen técnicas narrativas adaptadas a estilos y géneros literarios. Hay recursos estilísticos al alcance de cualquiera que quiera aprenderlos y ponerlos en práctica eso sí: con constancia. Hay que escribir mucho, cierto. Hay que leerlo todo, eso también.

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