Paths of Glory (Senderos de gloria) Stanley Kubrick, 1957
Fondo de armario
Corren rumores de que llega el verano, de que empiezan a ser cada vez más largos los días y las temperaturas más altas. Cambiamos el edredón por una colcha ligera y relegamos los abrigos al fondo del armario.
Y es que estos compañeros de paño, lana o fibras sintéticas, los que nos protegen del frío durante los meses invernales dejan de estar sobre nosotros y lo mismo les pasa a las cazadoras (con las que pese al nombre, no solemos cazar mucho) y a las gabardinas, hoy renombradas como «trench» lo cual las hace especialmente curiosas: son prendas de «trinchera».
Hoy he visto una película de esas que se tienen en una colección privada de cine casero, que a veces emiten por televisión y que con no poca frecuencia, se comentan en blogs y foros especializados y/ó aficionados. Señoras y señores: hoy he visto uno de los primeros films de Stanley Kubrick sobre guerra y justicia, Senderos de gloria y créanme si les digo que he encontrado en ella la pieza clave que me faltaba para entender el imperativo histórico que afirma lo tremendamente influenciados que estamos todos, siempre, por lo que se hizo antes.
No hablo del conflicto bélico, porque en esta cinta es asunto fundamental pero no exclusivo y mucho menos, protagonista. Tampoco me refiero al enfrentamiento judicial que se desarrolla en los consejos de guerra, el cual sí que es tema central de la historia. No es lo que más me interesa.
A mí me gustaría expresar mis impresiones al ver esta película y reconocer que los «trench coat» nunca pasarán de moda y que las lámparas que alumbraban a los pobres soldados desgraciados que vivían bajo tierra durante la Primera Guerra Mundial, son las mismas que ahora tenemos todos en casa porque las venden en IKEA.
No se alarmen ante mi frivolidad, es evidente que Senderos de gloria aporta muchísimo más a la humanidad, que un par de ideas sobre estilismo de moda y decoración del hogar. Sólo subrayo la conveniencia de no olvidarse de que todo hace mella en nuestra manera de ver el mundo y que sin los que estuvieron antes, muy distinto sería todo hoy.
Chorradas aparte, cierto es que el cine de Kubrick a mí me llena de satisfacción. Se puede leer por ahí adelante, que se trata de un film «antibelicista». Suponiendo que existen películas sobre guerra que la apoyan y defienden con cada secuencia que plantean (hoy en día cada vez son menos, que no está la cosa para provocar mucho al personal) esta explica que dentro del propio conflicto, aquel en el cual se enfrentan dos o más potencias políticas (en su caso, Francia y Alemania) existen conflictos mayores, luchas por intereses personales y orgullos humanos. Sobre todo estos últimos, tan poderosos y capaces de casi cualquier cosa.
Un General lleva a sus últimas consecuencias sus deseos de quedar en buen lugar ante una nación, pese a haber cometido errores y tomado decisiones que fueron un fracaso (en su caso, el ataque fallido a la «colina de las hormigas»). Indignado porque sus hombres no avanzan en la lucha en el momento oportuno, planea un ataque contra ellos mismos, para hacerlos mover y disolverse, reaccionar «como hombres» y no como insectos cobardes.
La necesidad de justificar sus méritos y dotes de mando, lo conducen a decidir sobre la vida de tres de sus hombres, a los que acusará por su falta de valentía y ordenará fusilar.
Si para algunos «la patria es un verso», para otros el patriotismo es el último refugio de los canallas («Patriotism is the last refuge of a scoundrel»).
Cosas que conviene tener a mano para pensarlas siempre que uno las necesita.
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