Stoker. Park Chan-Wook. 2013
El roce de la seda
Las memorables ocasiones en las cuales una película provoca en quien la está viendo una serie de sensaciones alternativas al ámbito de lo estrictamente audiovisual, se cuentan con los pocos dedos de alguna mano huidiza, que se esconde y parece querer olvidarse. Son pocas.
Stoker llega como a gran excepción de la temporada, como una película que enciende y aviva el fuego del interés en sus espectadores porque aporta, además de lo que uno ve y oye, aquello que uno palpa con los dedos de su mano. Esta película puede tocarse, se lo garantizo.
La historia familiar que propone el argumento de la última creación del sangriento Prk Chan-Wook, aunque se aleje un poco del tipo de narraciones a las que hasta ahora tenía acostumbrados a sus seguidores, mantiene el estilo, el sello personal, las maneras de llegar al que se encuentra sentado al otro lado de la pantalla. Hay ciertas cosas que se notan.
Se nota que el poder de la sangre para marcar a los personajes, tanto en un sentido figurado como vínculo familiar, como en la manera más gráfica que dicha sustancia pueda hacer acto de presencia en escena (lamparón va y salpicadura viene sobre rostros y cuerpos) es algo que despierta el interés de este director de cine coreano. A nadie sorprenderá que el autor de cuentos cinematográficos tan poco convencionales como el de una mujer que siente y vive como un robot cableado hasta que se enamora (Soy un cyborg, 2006) o el de una dama ejemplar que planea meticulosamente cómo desquitarse con el responsable de que ella haya pasado sus buenos años encarcelada (Sympathy for lady Vengeance, 2005) se centre ahora en hablar de la salida a la luz de un secreto de familia guardado con esmero y bajo llave, por miedo a las consecuencias violentas que pudiera desencadenar. Lo curioso es que sea un guión que no ha escrito el propio Park Chan-Wook, sino el también modelo y actor Wentworth Miller bajo el pseudónimo de Ted Foulke. Vivir para sorprenderse.
Les decía que esta película se siente al tacto, con cada encuadre recortado y cada movimiento de sus intérpretes, todos ellos con una capacidad de persuasón infinita sobre el inocente público que los está viendo.
Me detengo en ella (Mia Wasikowska) y aplaudo sus diferentes maneras de caminar como niña, como mujer, como inocente, como enigma… me rindo ante él (Matthew Goode) como ser inoportuno e hipnótico, atractivo y extraño que puede encontrarse en las pesadillas o los sueños, dependiendo del momento. Gracias a su trabajo y a su respiración ante la cámara, entiendo el sentido de todo lo que sucede en esta extraña historia.
Viendo Stoker también he rozado de pasada el cuero de un cinturón, la caída de una falda, la suela de un par de zapatos que hacían crujir las tablas de un suelo de madera y el espesor de una melena que se cepilla con lentitud, mechón a mechón hasta alisarlos todos.
Y todo era necesario para poder llegar al desenlace y saber que sin ellos, no habrá visto la misma película.
Es una maravilla de peli, y tanto Goode como Wasikowska están estupendos. Jennifer Lawrence es la chica de moda (y a mí me encanta), pero la Wasikowska la supera. De Park Chan-wook solo he visto Old Boy, así que va siendo hora de que me vaya poniendo con el resto.
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MariaM:Jennifer L. es que es muy carismática ella en sí misma, más bien fuera de la pantalla que en ella. Wasikowska es otro rollo (y también le dan otros papeles, claro).
Goode me rechifla always, tanto de gay como de heterosexual, de malo, o de bueno, de listo o de tonto. Un hombre muy especial.
Ya me dirás si ves algo más de Ch-W P ó P. Ch-W. como se diga…
¡Besos!
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Sí, Matthew Goode está tremendo como tío perturbado, vamos a decir las cosas claras xD
¡Besos, María! 🙂
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