Seeking a Friend for the End of the World; Lorene Scafaria; 2012
Y al final… llega el final
Está bien tomarse una historia apocalíptica a cachondeo en los tiempos que corren. Puede que la mejor forma de afrontar el fin del mundo sea a carcajada limpia, sin rencor… paz y amor.
Esta peli lo intenta desde el primer fotograma. Tiene mucha gracia ver a Steve Carell (no, no es Bill Murray, es Steve Carell) sentado al volante de su coche junto a su esposa, mientras ambos escuchan la noticia de que un asteroide colisionará contra la Tierra en tres semanas y ver como ella lo deja a él en ese mismo momento. Te ríes y sigue la película.
A medida que ese final se acerca, vas asimilando que la sociedad empieza a perder sentido y te replanteas que, acaso, nunca lo haya tenido. Comprendes que Dodge, ese protagonista vendedor de seguros y repudiado por su esposa, deja de creer en todo, deja de creerse a sí mismo y a creerse a los que le rodean.
Está solo pero ¿quién no lo está?.
Suena a tópico, pero seguimos tragando cinta.
Aparece Keira Knightley (que no, que no es Scarlett Johansson, es Keira Knightley) y pretende que nos riamos con su cambio de registro. Ahora va de chistosa: interpreta a Penny, una hippie desnortada (raro, raro ¿?) que se desprende de su novio porque se acaba el mundo y sólo piensa en reunirse con su familia aunque ésta esté lejos, muy lejos de los Estados Unidos.
Dos almas que nada tienen en común, pero que coinciden en el último momento de sus vidas y que al parecer, o tal vez porque no tienen otra opción, se acaban gustando.
Me da mucha rabia contar estas cosas, pero es que como decía cierta sabia persona a quien conocí tiempo atrás: «donde no hay mata no hay patata». Steve Carell es todo pose y actitud de personaje troquelado, como colocado allí donde a nadie se le habría ocurrido ubicarlo. Era así en Crazy, Stupid Love y aquí prosigue el recorrido.
Por mí está bien, pero a Keira que me la quiten de ahí.
Esta chica tan mona no me sirve para una comedia absurda. Entiendo que a los actores les viene bien lo de luchar contra el encasillamiento, pero es que los huesos de Keira visten como nadie los ajustados vestidos de época y no debería moverse en otras aguas porque se arruga.
Joe Wright lo sabe e insiste en encorsetarla. Lo último es Anna Karenina y yo aguardo paciente el estreno.
Así que es una lástima, una auténtica pena que un argumento que en principio apuntaba maneras, acabe reciclado en la misma bobaliconería de siempre. Era mejor echarse unas risas, y no por ver a unos personajes que están bajo los efectos permanentes de algún tipo de droga sino porque sí, porque motivos hay de sobra para encontrar el sinsentido de esta vida nuestra.
Y si se acaba, se acabó. No mareen la perdiz.
Deja una respuesta