El secreto de sus ojos

El secreto de sus ojos. Juan José Campanella; 2009

Una realidad: La ficción de cada uno

No he leído la novela en que se basa la película, no he tenido ocasión o no he querido dedicarle el tiempo (mi tiempo) a ella todavía. Disfruté durante la proyección en la sala CALLAO de Madrid el fin de semana de su estreno en España, pero no había pensado en simbologías o referencias históricas hasta que algún profesor me animó a hacerlo.

Volví a verla al mes siguiente buscando en ella un mensaje que si en septiembre de 2009 no quiso manifestarse ante mí, obligadamente en octubre tenía que llegarme. Por entonces yo estudiaba en una escuela de Barcelona en donde cada uno imaginaba lo que quería: los que impartían las clases, que habría un programa al que ajustarse y los alumnos, que recibirían esas clases por las que habían pagado. Por desgracia no fue cierta ni una cosa ni la otra, nos soplaron una enorme suma a muchos y dejaron de cobrar otro tanto los demás. Sin embargo, si de algo no me arrepiento tras mi estancia en aquella estafa es de lo aprendido de los que quisieron enseñarme.

Qué hay de realidad y qué hay de ficción esta historia que en definitiva resulta ser la Historia de un país maltratado políticamente. La trama de El secreto de sus ojos ofrece a un protagonista escritor que acude a los recuerdos de una experiencia personal sucedida veinte años atrás para construir su novela y, de modo paralelo, resolver las incógnitas de un crimen que por fuerza hubo de ser «enterrado», pero en ningún caso olvidado.

El asesinato de una joven provoca la búsqueda obsesiva y desesperada del responsable por parte de su viudo; mientras la policía persigue sin éxito al criminal y tomando como base las pistas que el abogado protagonista va encontrando a su paso, él continúa una investigación paralela e incombustible que se prolongará a través de los años.

El caso legal termina archivándose sin resolver, pero el protagonista ha encontrado al asesino en medio de las autoridades políticas que con chantajes, amenazas, extorsiones y asesinatos evitarán que sea detenido y ajusticiado.

Nunca hubiera yo reparado en el crimen con que arranca la película para ver en él a las miles de víctimas que el régimen dictatorial de la década de los setenta en Argentina se saldó cruelmente a costa de los insurrectos. Si lo hice fue porque me abrieron el camino con propuestas de investigación. Así me fijé y pude ver en la resolución de la incógnita, cómo la búsqueda del asesino es semejante a la actitud de aquellos que vieron «desaparecer» a sus familiares durante el asedio y que décadas más tarde continúan clamando por una justicia que no termina de aplicarse.

Espósito, el abogado-escritor y personaje central de la película, retoma el misterio en el punto en que lo había dejado cuando veinte años antes sus esfuerzos por encarcelar a un miembro del Cuerpo de Seguridad del Estado, pusieron en peligro su propia vida y provocaron la muerte de su amigo inocente. Su tarea final consiste en escribir una historia de amor, describiendo los hechos reales tal y como sucedieron y retomándolos eso sí, como se recuerdan.

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