El vuelo del hombre

El vuelo del hombre. Benjamín G. Rosado. Barcelona: Seix Barral, 2025.

Vivir para contarlo

He escuchado por ahí que los escritores no escriben sobre lo que quieren, sino sobre «lo que pueden» algo que, tomado al pie de la letra, puede resultar terriblemente frustrante para cualquier autor en ciernes e incluso para los que ya han visto algún texto publicado. A mí esa frase, sin embargo, me lleva a otra que también escuché hace un tiempo y en un contexto similar, la de que «si no sabes sobre qué escribir tal vez sea porque no tienes nada que contar».

Ambas me parece que encierran soberbia envenenada y con ninguna de las dos estoy de acuerdo.

Durante la presentación de El vuelo del hombre el pasado 1 de abril, quise preguntar a su autor, flamante ganador del último premio Biblioteca Breve por ésta, su primera novela, si estaba o no de acuerdo con eso de que uno no siempre puede escribir sobre lo que quiere, pero como me sucede tan a menudo: mis ganas se quedaron allí, sin hablar, en el sótano de la librería La Mistral. Cuando su hijo de ocho años tomó el micrófono durante el tiempo reservado a las preguntas del público y dijo que estaba muy orgulloso de su padre, la verdad, me pareció inapropiado desplazar la atención de los asistentes con algo tan irrelevante.

Entonces tampoco había leído la novela y sólo acababa de escuchar la conversación entre el autor y su presentadora, Ángeles González-Sinde, quien, además de ensalzar el ingenio y la belleza de las palabras contenidas en el libro, reconoció haberse sorprendido con el desenlace «pese a estar más que entrenada en la materia» y casi siempre, adivinar cómo van a terminar las historias.

El vuelo del hombre contiene, creo, todo lo que Benjamín G. Rosado ha querido escribir y aunque, por lo que contó ese día, él mismo ha vivido mucho de lo narrado debido a sus viajes por América (la del Norte y también la del Sur) me atrevo a decir que, de no haber vivido esas experiencias, también habría acabado escribiendo esta novela o una muy similar, por el simple hecho de querer hacerlo y no poder evitarlo.

Como aviso a navegantes, diré que es una historia que contiene otras muchas, no sólo como piezas que encajan en el puzzle complejo de su argumento, sino como una suerte de «alicatado embellecedor» de información: datos históricos y curiosidades poco conocidas asoman a la vuelta de cada capítulo; son tantas y tan interesantes que, de haberse introducido de otra forma hubieran podio confundir al lector y sacarlo de la trama pero, afortunadamente, no ha sido así.

Si Benjamín G. Rosado ha pasado años tomando miles notas sobre aspectos relacionados con la lingüística, el canto de los pájaros o los primeros aviadores de la historia y alguno (o casi todos) se han colado luego en este libro, creo, es porque ha querido.

El vuelo del hombre tal vez sea un juego con el lector que lo reta a desentrañar qué valor tienen los diferentes puntos de vista narrativos a la hora entender una historia, o un argumento que decide enredarse entre datos y detalles, aparentemente ajenos, que inevitablemente regresan al eje de la acción en un momento determinado, o ¿quién sabe? quizás sea una novela sobre ese tipo de novelas que se escriben cuando sus autores no saben o no pueden escribir sobre otra cosa.

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