Los colores de nuestros recuerdos

Los colores de nuestros recuerdos. Michel Pastoureau. Trad. y notas de Laura Salas Rodríguez. Cáceres: Periférica, 2017

Un color terrible

Llevo más o menos dos meses sin acudir a la peluquería para teñirme las canas y no porque esté considerando la opción de dejarme el pelo así, sino porque mi peluquera está de baja y no me atrevo a cambiar. Si «el pelo lo es todo», como decía la protagonista de Fleabag, yo añadiría que su color también.

Acepto mi aspecto actual de perro pastor alemán con tres tonos diferentes entre el cuero cabelludo y los primeros centímetros del nacimiento, no pasa nada, vivo tranquila y en paz con mis prójimos pero fantaseo con el momento en que decida ¿por qué no? tal vez cambiar y verme de otro color.

Se habla mucho últimamente de las «paletas» de colores que nos definen; al parecer, con una correcta elección cromática nos podemos ver más guapos, más saludables y mejor iluminados. Bien escogidos: los colores que nos rodean, nos recubren y nos maquillan nos hacen sentir mejor y se nos percibe más atractivos.

Sea cierto o no, este ensayo de Michel Pastoureau (París, 1947) no dice nada al respecto; Los colores de nuestros recuerdos no tiene nada que ver con un estudio psicológico de cómo nos puede hacer sentir un color u otro, ni tampoco analiza los efectos visuales de la elección de una determinada paleta para la indumentaria sino que expone ejemplos extraídos de las experiencias personales del propio Pastoureau quien, por cierto bien podría haber titulado el libro Los colores de mis recuerdos, puesto que son los suyos y no los nuestros los que en él se reflejan.

Como historiador medieval (asesoró el trabajo de documentación de la película El nombre de la rosa y vivió obsesionado con Ivanhoe durante décadas) Michel Pastoureau se dedica a contar historietas, a veces traídas por los pelos de la publicidad y otras fruto de la más absoluta casualidad, situaciones vividas en relación al peso del color en uno u otro objeto.

Al comienzo de la obra profundiza en curiosidades relativas a la aparición de los pantalones vaqueros y el texto llama la atención pero, según avanza y enlaza una batallita con otra, por momentos pierde mi interés (el mío, que vivo enfrascada en posibles opciones para colorear mis canas).

Además de la ropa, Los colores de nuestros recuerdos trata también la presencia del color en los medios de comunicación y de transporte: semáforos, líneas de metro… plantea posibles motivos por los cuales asociamos lo malo con lo rojo y lo bueno con lo azul y explica que el auténtico color del misterio es el verde (venenos, juegos, esperanzas: el verde lo contiene todo) y a ratos da la sensación que sus únicos referentes son aquellos que derivan de la cultura francesa. Eso aburre.

Me gusta que hable del oro, del uso del recubrimiento dorado en el arte para dar movimiento y volumen a las superficies y no para encarecer la obra, como podríamos imaginar sin tener ni idea: el oro refleja la luz y es imposible capturarlo en una fotografía. Me gustan ese tipo de aseveraciones.

Siempre es bonito descubrir que alguien ha dedicado su vida a estudiar algo y, en el caso de Michel Pastoreau, se trata del color y el impacto que tiene en nuestras sociedades: es capaz de hablar de colores sin mostrarlos y la curiosidad le ha valido el punto de partida para cientos de páginas de conjeturas.

Yo sigo sin saber qué me haré en el pelo, pero he estado entretenida.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑