Footsteps. Adventures of a Romantic Biographer. Richard Holmes. London: Harper Collins, 2005
Je suis le Ténébreux
A voyage is a piece of autobiography at best
[Robert Louis Stevenson]
Me explicó con condescendencia que el movimiento Romántico siempre debía escribirse en letra mayúscula, a diferencia del adjetivo con el que se califica a aquellas personalidades que se dejan llevar por sentimentalismos y adolecen por cuitas de amor. Ella corrigió el error y se excusó diciendo «tranquila, que no tocaré nunca nada de estilo» y añadió «dejo a propósito los comentarios íntegros porque sé que pueden ayudar en el futuro y siempre se aprende» y remató con unas cuantas recomendaciones, como la de «por favor incluya una cita a las teorías de [FULANITO] que en España son esenciales para abordar un tema como aquel en el cual se centra su artículo» luego agradeció y se despidió.
Publicar artículos académicos es así y por eso, entre otros motivos, yo he publicado tan pocos.
No obstante ella, mi revisora, llevaba razón y sus comentarios me ayudaron en el futuro, me han ayudado hoy, cinco años después de aquel intercambio de e-mails nuestro, porque al leer estas «aventuras» de Richard Holmes» estoy convencida, más que nunca, de lo frágil y quebradiza que es la línea que divide a los románticos de los Románticos con letra mayúscula: los segundos no son nadie sin los primeros. Muchas veces son las mismas personas.
En Footsteps el autor escoge a cinco atormentados del sentimiento Romántico decimonónico, los ubica en parajes naturales donde cada uno fue a buscar el remanso de paz que tuvo a su disposición y se cuenta a sí mismo en el proceso de reconstruir parte de sus vidas: R. L. Stevenson, Mary Woolstonecraft, Wordsworth, P. B. Shelley y Gérard Nerval a merced de la escritura de un Richard Holmes joven en pleno mayo del 68 (y también un poco después).
Robert Louis refugiándose del mundo a lomos de una burra en las montañas de Cevenas, conversando con posaderos y monjes y prendiendo hogueras para alumbrarse, comer y escribir, evocar sus melancólicas relaciones con una mujer casada y esbozar obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Richard, detrás, cien años después.
William a lomos de la Revolución francesa ve morir a Luis XVI en la guillotina y alzarse al poder a Roberspierre para seguir el mismo curso a continuación mientras Mary asiste a los mismos sucesos y se despide del rey desde la ventana de su casa, como mujer con ideas demasiado avanzadas a ese período histórico (a cualquiera).
Imagination had been one of the watchwords of the Paris students, conjuring up a whole new world […] It was of course taken from nineteenth-century Romantic vocabulary…
[Richard Holmes]
Del alzamiento popular y la política sanguinaria a la desgracia personal derivada del suicidio de una madre y de una de sus hijas; la hermana que sobrevive y se arrejunta con Percy Bysshe pasa las penas más gordas a su lado y al de su cuñada. Es el amor libre pero no el de los sesenta sino el del XIX y allí Richard lo documenta todo, lo escribe cien años después.
Cuando el libro alcanza a Gérard, alucinado poeta y crítico cultural que sufrió por amor durante el tiempo que estuvo entre los vivos, parece que la obsesión de Richard Holmes por vincularlo con una lógica esotérica desquiciante lo persiga y lo arrastre por los callejones de París. De Pigalle a Clichy y de la la place de Vosges a la Concorde, donde Mary se había resbalado con un charco de sangre durante la revolución.
Footsteps se cierra con su autor detenido ante las fuentes cerca del Palais Royal, allí donde Gérard Nerval, que se describía a sí mismo como le ténébreux, iba a pasear junto a su langosta y su amigo Théophile Gautier a diario, casi hasta el día de su suicidio.
Suicidio con minúscula.

Deja un comentario