Cierre del blog El infierno de Barbusse 2012-2020
El final del otoño
Llevo compartiendo impresiones de lecturas en este espacio desde el año 2009. Lo comencé motivada por los consejos de un profesor en una escuela de cine infame a la que asistí durante 6 meses, en Barcelona.
Entonces yo quería escribir sobre películas y con tal fin inicié La mano que escribe con pluma, pero el asunto se me fue de las manos y, poco a poco, las lecturas se hicieron con el sitio, lo llenaron todo de cajas, ocuparon rincones, empezaron a cambiarme los muebles de sitio y, como diría Coque Malla «colgaron su bandera, traspasaron la frontera» y se convirtieron en «las reinas».
En el año 2012 yo ya dedicaba este blog casi por completo a la literatura. Me fui a vivir a un lugar solitario y en unas condiciones tales que me vi con tanto, tantísimo tiempo para leer que cuando lo recuerdo el confinamiento de estos días me suena a déjà vu, fíjense.
Yo leía y luego escribía sin pensar en quien pudiera dar con sus atenciones en La mano que escribe con pluma, porque en 2012 ya casi nadie leía blogs, la verdad sea dicha, así que en un ejercicio de organización que recomiendo a cualquiera opté por escribir para mí.
Fue ese año cuando descubrí el blog de Jesús J. Pelayo, durante el otoño y cuando estaba a punto de comenzar uno de sus otoños. Entonces todo cambió.
El infierno de Barbusse era como tener en el ordenador un profesor de literatura de los buenos, de los que se preocupan por que sus alumnos entiendan lo que leen y lo enganchen a sus vidas, a sus preocupaciones, a sus recuerdos, a sus deseos. Participé de principio a fin en dos de sus monográficos, uno dedicado a Flaubert y otro a Tolstói; luego me dediqué a otras cosas y le pasé las coordenadas a mi madre quien, desde ese día, se entregó por completo a todas las lecturas guiadas, actividades, recomendaciones y audaces concursos planteados por Jesús J. Pelayo.
Han pasado 8 años y esta mañana me he enterado por twitter de que El infierno de Barbusse se cierra para siempre.
En esta entrevista, su autor toma prestadas las palabras de Unamuno y asegura que «es preferible sacudir las entrañas o las cabezas de cuatro semejantes, a ser aplaudido y admirado por cuatro millones de imbéciles».
Tal vez no le falte razón, es probable que la tenga toda pero la noticia me entristece y he venido aquí para contarlo.
Agradeceré siempre el trabajo y el esfuerzo volcados en la creación de un blog como el suyo, señor Pelayo, un blog para los demás que le garantizo que, al menos en esta familia, se ha aprovechado y disfrutado mucho.
Saludos y hasta siempre.
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