Por eso me llamo Giovanni; Claudio Stassi; trad. María Fernández; Barcelona; NORMA; 2011
Una historia siciliana
Había sido comentado en anteriores entradas a mi otro blog, el espíritu inevitablemente didáctico que subyace a toda explicación que se quiera dar de una realidad como la de la mafia en Italia. A los niños en los colegios se les ponen ejemplos prácticos del mundo que ellos habitan para que entiendan esos otros mundos que no han visto pero que es necesario que también conozcan y, sobre todo, que comprendan.
A veces con canciones, a veces con garabatos en el encerado, al niño se le cuenta una historia en lenguaje comprensible y atractivo a sus ojos y oídos, con colorines y sin dar rodeos para que no abandone la atención y permanezca con aquel que le explica, le narra o interpreta para él. Hay que «agacharse» y entrar por la diminuta puerta del mundo infantil para una vez allí, comunicarse e interactuar. No valen los intercambios de frases adultas con un mocoso, hay que ceder y ganan siempre ellos.
Imaginar que con diez años alguien como tu padre te intenta transmitir los porqués y los cómos del asunto de la mafia llevándote de paseo por las calles de Palermo es creerse el argumento de la novela gráfica (o el cómic, que una ya no sabe qué nombres poner a ciertas cosas) de Claudio Stassi, quien en 2007 hizo doblete y se llevó el premio al mejor Guión tanto en la «Comicon» de Nápoles como en la «Fumetti in TV» de Treviso.
Tras ese título, Por eso me llamo Giovanni deja poco margen a la imaginación. El niño es Giovanni, qué duda cabe. Si a ese dato se suma la pertinencia que en el relato tiene la figura del juez Giovanni Falcone no es difícil dar con los pasitos que padre e hijo darán a través de lo que sucedió con este héroe en su lucha contra la mafia. Se mastica todo muy bien, como un potito sin tropezones. A mí me personalmente, me provoca un poco de acidez y el sentido general de la historia no termina de acomodarse en mi estómago pero tal vez sea esa la intención de un texto así. Quizás sea ese el único sentido, que hasta un niño puede entenderlo.
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