La princesa de hielo / Nadie lo ha visto

La princesa de hielo; Camilla Läckberg; trad. Carmen Montes; Madrid; Maeva; 2007.
Nadie lo ha visto; Mari Jungstedt; trad. Gemma Pecharromán; Madrid; Maeva; 2009

Fuego y hielo

Gélidas son las circunstancias que dan pie al argumento de estas dos novelas de intriga, como las aguas heladas que se congelan y cristalizan hasta solidificarse en un bloque transparente que comúnmente denominamos «hielo». Muy frío el ambiente de la isla de Suecia (de Fjällbacka y de Gotland, respectivamente) frías sus gentes y fríos los asuntos que les envuelven en ese aura de criminalidad tan esperada de la literatura nórdica reciente.

La historia de La princesa de hielo se cuenta por una mujer, que además es escritora y que además es propensa a relacionarse con aquellas personas que son más propensas a complicarle la existencia. Ayuda al lector que con no poca frecuencia haga comentarios de escritora acerca de los acontecimientos que le van sucediendo, y que esas personas de su entorno habitual se lo compliquen todo tanto. Está bien que así sea, de cualquier otro modo no habría novela, o no sería siquiera legible.

El hielo en Nadie lo ha visto recubre los lazos afectivos y las conversaciones de sus personajes, que discuten, se insultan, se odian y se matan entre sí, víctimas del rencor que se expande con el paso de los años. La venganza es un plato que se sirve bien frío, quien se atreve a dudarlo.

Pero llegados a este punto, hay que echar el freno y reconocer que nos da rabia que siempre se cuenten los mismos casos, con idénticos perfiles protagonistas y traumas del pasado muy pero que muy parecidos, porque son hechos que queman a cualquiera y no conviene jugar con fuego, es peligroso.

La combinación de «fuego» y «hielo» la propuso REVLON en los dorados años sesenta, con su color de laca de uñas de idéntico nombre, que no fallaba con mujeres de cierta edad a las que les hacía sentir glamourosas y plenas de estilo: un par de pinceladas y las manos más elegantes podían ser las de cualquiera. También Polanski había reparado en ese dato y quiso que fuera ese color y no otro el que pidiera una clienta del salón de belleza a la protagonista de Repulsion en la secuencia inicial del film, acaso, inspirándose en el poema de Robert Frost,

«Some say the world will end in fire,
Some say in ice.
From what I’ve tasted of desire
I hold with those who favor fire.

But if it had to perish twice,
I think I know enough of hate
To say that for destruction ice
Is also great
And would suffice»

[1930:268]

Puede que las mezclas traigan consigo buenos resultados, aunque no son garantía de éxito; eso lo saben bien los autores de la zona nórdica, quienes descubierta la fórmula del best-seller internacional, no paran de sacar al mercado libros y libros sobre crímenes sucedidos en extrañas circunstancias, con personajes incautos y heroínas seductoras, atractivos y despreciables policías, que pasan frío y a veces se queman con algo parecido al fuego.

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